Cáceres es el motor turístico de Extremadura, la capital cultural de la región, un referente en innovación y un centro neurálgico de la economía autonómica con un futuro muy prometedor. Esta es la realidad de una ciudad en la que el equipo de gobierno está trabajando para seguir avanzando, con compromiso, con altura de miras y visión de futuro en la que todos los cacereños tenemos que remar en la misma dirección.

Una forma de actuar del equipo de gobierno y que deberían ser las premisas con las que debería trabajar la oposición. Con crítica, pero siendo leales y constructivos, que busque el bien común, lo mejor para Cáceres y con un compromiso con la ciudad, no con otro tipo de fines y objetivos.

En los últimos días estamos viendo cómo el Grupo Municipal Socialista se ha convertido en el portavoz de los malos augurios, de la negatividad, de la crítica por la crítica, de la oposición por sistema a todos los proyectos que se presentan, en los 'espanta iniciativas'. Pero si esto es preocupante, más lo es que sea una oposición teledirigida, que se dicte desde Mérida, como se está constatando últimamente.

Son los diputados del Parlamento los que tienen que venir a Cáceres a hacer las labores de oposición, señalando las líneas de debate y silenciando a los representantes elegidos por los cacereños para su interlocución local. Son los diputados del Parlamento los que dan las ruedas de prensa de oposición. Son los diputados del Parlamento los que señalan la línea de trabajo para Cáceres.

ESA forma de trabajar dice poco del grupo municipal socialista, cuyos concejales pasan a un segundo plano para dejar su lugar a los parlamentarios regionales que se han adueñado de su espacio, no se sabe si por desconfianza en su capacidad o por afán de control remoto.

En los últimos días hemos visto también como se quiere hurtar el debate a los cacereños de las cosas de la ciudad para llevarlas a la Asamblea de Extremadura, lo que vuelve a evidenciar la inseguridad en el PSOE de Cáceres, tutelado en los mensajes y en las ideas y relegado a presentar mociones enlatadas que le redactan desde las altas instancias.

Cáceres no se merece una oposición sin compromiso, sin independencia, que no defiende los intereses de la ciudad y que está al servicio de Mérida, al servicio de los dictados de los diputados autonómicos, en un segundo plano. Cáceres se merece una oposición seria, no teledirigida.