Decenas de muñecas y juegos de mesa a 1 euro, ordenadores infantiles por sólo 2, puzzles a 0,50, dulces caseros a pedir de boca y hasta una partida de minigolf con 5 hoyos a 0,30. José Luis se desgañitaba: "¡La gitanilla que baila por 50 céntimos!... ¡Y peluches de todos los colores desde 30!". Las gangas se acumulaban ayer en el patio del colegio Josefinas, donde los niños iban y venían de puesto en puesto, acelerados, emocionados, con juguetes en bolsas y bolsillos. Juanma estaba feliz con su Spiderman de 0,30, y Alvaro no paraba de mirar su flamante adquisición: el robot R2D2 de La Guerra de las Galaxias ¡por medio euro!

Cientos y cientos de juguetes donados por los propios escolares estaban ayer a la venta en numerosos expositores, a su vez atendidos por los alumnos del centro. "Pero lo mejor no es el precio, sino el fin: todas las ganancias se enviarán a los países más necesitados", explicaban María y Carmen, encargadas de un puesto quinceañero de abalorios donde las jóvenes se agolpaban para comprar pendientes, pasadores, pulseras, monederos de colores y otros artículos elaborados en el taller solidario del colegio, a la venta desde 20 céntimos. "¡Mira qué pulsera me acabo de comprar!", lucía Lorena ante sus amigas.

El colegio celebró así su novena edición del Día de la Solidaridad, una jornada maratoniana con actividades de sensibilización para todos los cursos, además de la operación bocata en la que participaron 700 escolares, festival y cena solidaria. Pero de nuevo destacó el ya tradicional rastrillo, donde las donaciones y las compras se desbordan cada año. Y para animar el ambiente, juegos y concursos: una pista de breakdance sobre la que parecían romperse los alumnos de ESO, una tómbola que agotó sus cupones en minutos (tocaban teléfonos, camisetas, maletas y hasta tazas de diseño), taller de malabares, ajedrez y puesto de peluquería donde las adolescentes hacían trenzas y piojos por tres euros.

"No hace falta animarles, ellos mismos se organizan y se vuelcan con gusto en la causa", explicó la directora, sor Rosa, quien también llevaba una de las 500 camisetas solidarias vendidas este año a 8 euros. Todos los beneficios se enviarán a los países que en este último año han sufrido alguna catástrofe.