La Universidad Popular realizaba un taller de cestería en San Blas. Estos talleres suelen contar con bastantes asistentes y por algo será. Pero un día, al llegar a su taller, los alumnos lo encuentran medio vacío. Sus utensilios llenan los cubos de basura. Kilos de mimbre acaban en contenedores. Incluso los trabajos que con tanto esfuerzo han realizado desaparecen. Que tiren kilos de mimbre es un despilfarro además de una barbaridad. Pero si tiran los trabajos puedes pensar que te están llamando chapucero, aunque no seas un manitas precisamente.

Si esta noticia procediera solamente de los partidos de la oposición podríamos pensar que exageran o que incluso es una invención. Pero resulta que son los alumnos quienes exponen sus quejas y cuentan al detalle lo sucedido. ¿Debemos creer a los alumnos o más bien debemos pensar que también ellos están haciendo oposición? ¿Estarán lamiendo su rencor por las esquinas? De ser así, en los próximos cursos que organice cualquier órgano municipal deberán exigir adhesión incondicional al equipo gobernante. O mejor aún, el carnet de afiliado.

Los trabajadores de Conyser han sido más cautos que los concejales y han sabido valorar los objetos que, según órdenes, debían ir al vertedero. Es posible que los concejales no necesiten tijeras, aunque haya mucha tela que cortar, ni punzones ni protectores, pero al menos alguno necesitará un mandil. ¿Quién paga la reposición? En fin, parece necesario cambiar el rumbo. De las explicaciones, claro.