-Hable de la infancia...

-Deambulé por ella felizmente. Nací en la calle Postigo, empedrada y empinada, no había muchas posibilidades de jugar en ella. Por eso íbamos al paseo de Cánovas, jugábamos con los bolis en el parque, en la plaza Mayor, los domingos cambiábamos los cromos a las doce de la mañana... Recuerdo los cortes de helado del Café Avenida, los paseos por Cursilandia ya adolescente mirando a las primeras muchachas, los Almacenes Terio, los cucuruchos de raspaduras de la Estila camino del colegio... los veranos en Baños de Montemayor, donde me llevaban mis abuelos muy frecuentemente. Son recuerdos infantiles que están muy lejanos.

-Hable de sus padres...

-Mi padre era de Palma del Río, en la provincia de Córdoba. Llegó a Cáceres en 1937 en plena guerra civil; conoció a mi madre, que era auxiliar de Enfermería en el hospital, y ya no se movió más de aquí. Era agente comercial, y tremendamente honrado porque nunca he oído a nadie hablar mal de él, en ese oficio tan conflictivo que era el campo del seguro. Dedicó toda su vida a su profesión, era una buena persona y un buen hombre. Y de mi madre... era muy madre; la casa era un matriarcado y todo se cocía en torno a ella. Y eso está bien porque nos enseñó a los hermanos una serie de valores y de responsabilidades que a mí me han servido para desenvolverme muy bien por esta jungla que nos ha tocado. Tuve la suerte de vivir con ella hasta el final de sus días y en cierto modo cuidarla de la misma manera que ella cuidó de mí y así devolverle, en parte, una serie de favores que me prestó en la infancia. Mis padres formaron un matrimonio que se quiso hasta el final de sus días y eso no es muy convencional.

-Estudió en el San Antonio...

-Un colegio son los primeros pataleos que das hacia la vida, las oportunidades que te dan de expresarte. Estuve cómodo y feliz, con buenos profesores que me enseñaron. No fui demasiado buen estudiante, lo sacaba todo pero tampoco brillé en nada. Allí aprendí a tocar la guitarra. Iba a participar en la rondalla colegial, y claro, lo lógico era una bandurria, entonces un cura del colegio, el padre Serafín, animó a mi padre para que me comprara una guitarra.

-Eso le sirvió para iniciarse en la música y formar un grupo...

-Sí. Fue en 5º de Bachillerato. Hicimos dos grupos. Uno se llamó Los Santos y éramos cuatro, el hoy director de cine Pedro Almodóvar; Francisco Álvarez Currino (tristemente fallecido); José María Jiménez Campos, que era un chaval estupendo de Madroñera también fallecido, y yo. Después hicimos otro grupo. Los Roking’s, con Paco Mangut y José Luis Cascos. Versionábamos canciones de The Beatles, Brincos, Dúo Dinámico, de los artistas de la época.

-Y un día viajó Madrid ¿lo hizo para probar suerte?

-No, qué va. Fui a Madrid en el 69 a estudiar preuniversitario, a la residencia de estudiantes Juan Luis Vives, cerca de la plaza de las Salesas. Allí conocí a un compañero de habitación que era catalán y tenía los primeros discos de un Serrat incipiente. Él me traducía sus canciones y descubrí un concepto diferente, no eran las canciones que había escuchado hasta entonces de «yo te quiero tú me quieres» sino que eran otros parámetros poéticos. Empecé a componer, a realizar actuaciones muy amateurs en residencias y colegios mayores. Fue en 1971 cuando haciendo el servicio militar en Cáceres vi un recorte en la revista AMA donde anunciaban el estreno de un nuevo programa de televisión, ‘La gran ocasión’, y me presenté con la única finalidad de que mi capitán me diera un permiso y escaparme a Madrid para hacer una prueba y escaquearme una semana de la mili. Cuál fue mi sorpresa que me seleccionaron.

-¿Cómo fue aquella prueba?

-La hice ante una especie de Tribunal de Aguas formado por el presentador de ‘La gran ocasión’, Miguel de los Santos, y el maestro Ibarbia, un elemento mítico en la música de los 70. Apardillado completamente, interpreté una canción y me seleccionaron. Aquel programa lo veía toda España. La noche de mi debut canté dos canciones; éramos cuatro participantes y gané.

-¿Qué pasó después?

-Al programa iba siempre una figura invitada. Esa noche fue Miguel Ríos, al que acompañaba el jefe de promoción de su casa discográfica, que era Hispavox, Fernando Salaverri; preguntó por mí después de la actuación y me dijo que si me interesaba grabar. Pero mayor fue mi sorpresa cuando al día siguiente empecé a recibir llamadas de otras casas discográficas como Ariola o Belter. Es decir, de la noche a la mañana se me planteó un mundo en el que no había pensado entrar.

-Y fichó por Hispavox y luego por Zafiro, otra discográfica...

-Sí, con Hispavox grabé solamente dos sencillos y no me encontré muy cómodo; querían que algunos temas fueran de otros compositores y no míos, por eso cuando me surgió la oportunidad me fui con Zafiro, una discográfica importante que tenía artistas de élite como Mocedades, Jarcha, Tequila, Massiel... Creo que me ficharon para cubrir el hueco de cantautor que había dejado Serrat al marcharse al sello Ariola y por estar prácticamente prohibido en el país, al manifestarse en México contra el régimen por los últimos fusilamientos del franquismo. De una manera programada, Zafiro apostó fuerte e invirtió un capital importante en mi lanzamiento. Pasé por ‘Directísimo’ y ‘Por esta noche fiesta’, programas de televisión conducidos por José María Íñigo, de tremenda audiencia, y tuve una repercusión de ventas importante. Grabé un segundo LP, ‘Volar’, que me permitió hacer muchas galas en directo y viajar a Latinoamérica, pero el tercer LP no tuvo las expectativas de venta del primero ni del segundo y después de cinco años muy intensos en la profesión, volví a Cáceres pensando probablemente que desde aquí podía seguir desarrollando mi carrera musical. Me equivoqué porque Madrid era el epicentro, había que estar ahí, pero nunca me he arrepentido de mi decisión. Desde aquí seguí ejerciendo mi actividad, aunque fuera en una división inferior... hasta que en el año 90 colgué los hábitos para montar una productora musical con la que también he disfrutado durante 20 años.

-¿Qué le debe a la música?

-A la música le tengo que agradecer todo porque conocí a personajes interesantísimos, viajes que posiblemente no hubiera hecho en mi vida, trabajar con los mejores músicos del país, como Ricardo Miralles o el sanctasanctórum Juan Carlos Calderón.

-¿Qué le debe a ‘Añoranzas’?

-Fue el primer LP que grabé con Zafiro y en el que se estableció esa comparativa serratiana. Ese LP me permitió viajar por todo el país haciendo galas. Yo no tenía intención de haber sido cantante, pero me vinieron tan bien las cosas que me lo tomé muy en serio, con buenos músicos, todos afincados en Madrid y viajando por todo el mundo.

-Usted es el cacereño que más alto ha llegado en el mundo de la música moderna...

-No me atrevería a decir eso tan categóricamente. En los 70 es verdad que no había en Cáceres otro cantante que estuviera en disposición de grabar con una empresa importante y ramificarte a todos los escenarios del país. Bien es verdad que para ello había que hacer un meritoriaje. Hoy hay artistas que fluyen y desaparecen a los tres días, bien porque no haya una consistencia artística o porque no haya una promoción o distribución adecuadas. Entonces tenías que ganarte una posición que costaba años. Para mí cantar en una sala emblemática de Londres como el Talk of the Town, donde habían actuado Frank Sinatra, Elton John, el mítico Raphael... o cantar en el Festival Internacional de Cine de Montecarlo, o viajar a Chile cinco años después del golpe de Estado de Pinochet y verme en Santiago con toques de queda y volviendo al hotel antes de las 10, son experiencias que marcan y que no se olvidan. Me he nutrido de todo esto y he disfrutado de mi profesión. A la música le debo todo lo que soy en la vida y aunque mis éxitos fueron efímeros, que me quiten lo bailao... Hoy se graba incluso con elementos domésticos en casa, con un teclado y un ordenador te puedes fabricar tus propias producciones, pero me quedo con la artesanía armónica con la que se trabajaba en otros tiempos. Bienaventurado es el artista que ficha por una discográfica y puede ejercer su profesión con unos medios y una promoción digna. Hoy es el chaval el que cuelga las canciones en internet y tiene que esperar a ver cuántas visitas hay para potenciar esa canción que ha compuesto. Está claro que ha habido un cambio temporal y generacional, pero prefiero el sistema musical que me tocó vivir.

-Hablemos de la actualidad... ¿qué diferencia a la España de la Transición de la España de hoy?

-Muchísimo. Añoro a políticos como Adolfo Suárez, Tierno Galván, que era gente dialogante, gente que entendía perfectamente el tiempo que le había tocado vivir. Me quedo con aquéllo, era mucho más puro, mucho más limpio, había unos ideales por los que luchar y por los que romper con muchos sistemas que no nos gustaban y por los cuales cada uno a su modo batalló. Hoy hay un consumismo bastante instalado, no por decisión personal de cada individuo sino porque nos lo hacen ver así, nos lo hace palpar así la gente que nos dirige. Creo que este país es muy bueno con los que gobiernan. El ser humano, el paisano de turno, es tremendamente complaciente con lo que está pasando en este país desde hace mucho tiempo... Nuestros dirigentes se han puesto las orejeras y los personalismos se han impuesto a las necesidades colectivas para alcanzar sus ambiciones políticas, sin pensar en las inquietudes de los ciudadanos, que con una disciplina ejemplar acatamos decisiones que no son muy recomendables.

-Y mientras, han pasado por el banquillo 65 exaltos cargos y directivos de Caja Madrid y Bankia por las tarjetas opacas...

-Es una vergüenza la de estos señores que han tenido el poder económico en su mano. Han trapicheado con la buena gente que ha dejado su vida y sus ahorros a través del trabajo, del tiempo y del sudor, para utilizarlo en su propio beneficio. Fueron unos maltratadores de su profesión que no tienen perdón de Dios.

-Durante el último mes, el paro volvió a subir en España en 44.685 personas...

-Me creo más la preocupación del ser humano que estadísticas que no me llevan a ningún lugar. Los diferentes partidos las manipulan a su antojo y conveniencia, dependiendo del mes en curso para que cuadren a su favor. Creo más al señor que las está pasando muy putas en su casa y que no llega a fin de mes sin que el gobierno le arregle las cosas.

-Felipe VI, en su reciente visita a Cáceres, defendió el papel de las universidades para atajar el desempleo...

-Ideológicamente es perfecto. A un estudiante hay que formarlo, la educación es vital para conseguir un país con mucha solvencia y mucho peso específico.

-Colombia ha dicho no a la paz y Hungría ha dicho no a los refugiados. ¿Qué pasa en el mundo?

-Que andamos despistados. Colombia no ha podido decir nunca no a la paz, quiere la paz como el que más; Colombia ha dicho no a las condiciones en que se va a firmar esa paz y también es legítimo; había que estar en el meollo del problema para saber cómo se ha fraguado ese proceso de paz. Una vez que las FARC dan el paso de cese de la violencia habrá que pedir más perdones, conformar a los que más desfavorecidos salieron de esta guerra. En cuanto a los refugiados, es dramático. España fue un país de exiliados de la guerra civil, de aquí salió mucha gente a refugiarse y a buscar el pan, sobre todo en Latinoamérica, y fueron maravillosamente acogidos. Hay que tener memoria histórica para comprender a la gente que lo está pasando mal. Hay que darle una solución, no puedes dejar a unos pobres indefensos en terreno de nadie, en campos de refugiados muriéndose de pena, de hambre, de miseria en el siglo XXI. Eso es una incongruencia. Por eso no creo demasiado en los políticos.

-«El PP es el partido que más se parece a lo que España finge ser. Y tal vez por eso gana». La frase la ha dicho el periodista Iñaki Gabilondo...

-Bueno, es una opinión respetable. El PP ha salido beneficiado por las luchas internas de los partidos de la oposición. En estos momentos tengo como una sobredosis de política, estoy ‘empachao’ y desconfío de las siglas, los colores y los radicalismos. Es como cuando has comido una semana entera cocido y, por muy bueno que esté, lo aborreces hasta que pasa un tiempo. Eso sí, con la diferencia de que el cocido está bueno y la política actual a veces se nos atraganta. No comulgo tan siquiera con muchos de los planteamientos de los partidos políticos, aunque sé que son la garantía de libertad en esta democracia tan reciente que vivimos.

-¿Qué hace ahora, cómo es su vida en Cáceres?

-Intento estar contento conmigo mismo. Me jubilé hace año y medio. Cerré filas y me recluí a los cuarteles de invierno. Tengo cuerpo de sofá, como La Maja. No es que esté anquilosado, porque me faltan horas al día para hacer todo lo que quiero hacer, pero soy dueño de mi propia existencia, de mi tiempo... He aprendido a aporrear el piano, que era una asignatura pendiente. Me lo paso bien. No soy el jubilado convencional; estoy feliz con lo que hago, ocupando un tiempo importante en el campo, con mis perros, mis amigos, y estrujando la vida todo lo que puedo.