En la mitad de la calle Ancha, cerca de la derruida Puerta de Mérida, en la zona intramuros de Cáceres, existe un espectacular palacio construido a mediados del siglo XV sobre un edificio anterior propiedad de Diego García de Ulloa, Comendador de Alcuéscar (de ahí que se le conozca así también), que fue reformado en los siglos XVI y XVIII; en este último se remodeló la fachada principal, con un amplio friso de triglifos y metopas y los escudos de las familias Ulloa y Carvajal.

Diego García de Ulloa fue Comendador de Alcuéscar en la Orden de Santiago, persona de una gran valía e influencia en el Cáceres de mediados del siglo XIV. Murió en la célebre batalla de Aljubarrota apoyando los derechos al trono de Portugal de la reina Beatriz, esposa de don Juan I de Castilla. Los descendientes del Comendador fueron los Marqueses de Torreorgaz.

Este Palacio abarca distintos estilos histórico-artísticos, desde el gótico, del que se conservan diversas puertas, ventanas y la espectacular torre, hasta la fachada que ya hemos indicado del siglo XVIII.

Encima de la portada existe un gran balcón con un frontón triangular partido y en lo alto el gran escudo de los Marqueses de Torreorgaz, con cuarteles de Ulloa, Carvajal, Aponte, Zúñiga y Córdoba., antiguos propietarios del Palacio.

La espléndida torre del siglo XVI, desmochada, de mampostería en su base y sillería, posee una preciosa terraza balaustrada, con un balcón en esquina. En una de las caras existe un vano con un sencillo alfiz que enmarca dos escudos; más arriba una ventana gótica con doble arco coronado por el escudo de Ulloa enmarcado con un alfiz quebrado. En otra cara se encuentra una ventana gótica con tres escudos bajo alfiz.

Este Palacio es una muestra de la arquitectura civil cacereña de los siglos XV y XVI, de gran austeridad y fortaleza, con sus grandes torres para defenderse de los ataques externos de los enemigos e internos de las luchas encarnizadas de la nobleza cacereña, a las que los Reyes Católicos pusieron paz.

Gonzalo de Ulloa fue el primer Señor de la villa de Torreorgaz, señorío que se lo compró al rey Carlos I. El investigador Antonio Bueno nos dice: «Es curioso conocer el valor que se dio a los 91 vecinos del lugar enajenado. Por cada uno pagó el comprador 1.600 maravedís. Si era clérigo subía a 8.000, lo mismo que pagó por cada viuda y cada hidalgo. Los menores se contaban por un vecino, aunque fueran dos o más niños. El precio total fue de 3 cuentos (tres millones) y 640.000 maravedís, cantidad fabulosa en aquellos tiempos».

En la actualidad el Palacio de los Marqueses de Torreorgaz y el contiguo, la Casa de los Ovando-Mogollón y Perero-Paredes, acogen el Parador de Cáceres auténtico referente en la restauración cacereña, ya que reúne un alojamiento y una gastronomía de alto nivel y calidad que hace las delicias de las numerosas personas que disfrutan del mismo; aunque lo mejor es el trato humano, familiar y profesional de todos los trabajadores del establecimiento, en la impecable línea de actuación de la red de Paradores, fundada en España en el año 1928 y que tanto ha contribuido al desarrollo turístico y económico de España, con su slogan: «Calidad, Amabilidad y Leyenda».