"Papá, me quiero morir", le decía quebrado por el dolor Jairo Miguel a su padre tras la cornada. El joven, que llegó consciente al hospital, quería triunfar en la Monumental de Aguascalientes pero cuando se plantó de rodillas para dar una larga cambiada al octavo de la ganadería de Chinampas, la fuerte trayectoria de Hidrocálido le enganchó por el pecho, llevándoselo varios metros por delante colgado de un pitón. El periodista mexicano Juan Antonio de Labra recuerda que "el rostro de Jairo tenía un rictus de dolor angustioso (...), se quejaba tremendamente de la herida, estaba lívido (...) Una cornada de esta magnitud siempre impresiona, pero más aún tratándose de un chaval de 14 años".

Aún así su toreo de capote tuvo donaire y aunque el suyo fue un bautizo de sangre, Jairo --según relatan las crónicas-- posee madera. Su padre asegura que el niño destaca "por su sorprendente manera de torerar" y ayer mismo recordaba que tuvo que llevárselo a América porque en nuestro país no se permite torear hasta los 16 años. El cacereño ha entrenado en tentaderos con Ponce o El Cordobés, ha intervenido con Litri, Higares o Finito. En el 2001 mató su primer novillo en Alcuéscar, el 5 de marzo cumplió los 14 y desde el pasado domingo se enfrenta a la faena más complicada de su vida: la de salvarse de la brutal embestida de Hidrocálido.