El ayuntamiento, a través del servicio de Parques y Jardines, ha tratado casi 250 pinos distribuidos en cinco focos de la ciudad para combatir la oruga de la procesionaria, un lepidóptero que puede provocar desde dermatitis a lesiones oculares, además de urticaria o reacciones alérgicas al tocarlo. Pero no solo son perjudiciales si se entra en contacto directo. Las orugas suelen lanzar sus pelos (tricomas) al aire generando irritaciones y alergias.

Por ello, Parques y Jardines finalizó hace dos semanas los tratamientos en los pinos de cinco zonas donde se hallan los principales focos de procesionaria. Se ha actuado en el parque del Príncipe; en la comisaría de la policía local y, por extensión, en toda la rotonda de Renfe; en el Paseo Alto; y en la urbanización de la Zambomba, tras el coso. En todas las zonas se ha seguido el mismo procedimiento que se viene repitiendo los últimos años: Parques y Jardines rocía los pinos con un producto ecológico, Bacillus thuringiensis. Se trata de una bacteria que quita el apetito al gusano, provocándole la muerte por inanición (porque no come), y también le impide que pueda mudar la piel. Las orugas, a lo largo de su ciclo biológico, cambian la camisa hasta siete veces y este producto imposibilita la formación de quitina, una sustancia fundamental para lograr mudar la piel. El resultado es que las orugas, cuando salen de sus nidos por la noche para comer, se impregnan de esta bacteria que les acaba causando la muerte. Si bien, los gusanos pueden tardar hasta siete u ocho días en fallecer aun sin alimentarse.

En otoño es cuando la oruga de la procesionaria resulta más vulnerable. Cuanto menos frío haga, mayor número de larvas sobrevive. Luego, tejen sus nidos colgantes en los árboles, donde se resguardan en invierno. Finalmente, entre febrero y marzo descienden de los árboles y forman las procesiones en el suelo, antes de enterrarse y convertirse en mariposas. En ese sentido, el ayuntamiento afirma haber actuado, precisamente, antes de que las orugas desciendan.

Una campaña lanzada recientemente por una ciudadana cacereña a través de la plataforma online change.org reclamaba esta actuación municipal. «Con la subida de las temperaturas la oruga procesionaria ya está aquí. Prolifera en campos y parques, suponiendo un auténtico peligro para los niños y los perros. Durante estos días, en los que el cambio climático actúa, vamos viendo cómo caen de los bolsones de los pinos, cedros y abetos. En los niños su efecto es peligrosísimo y en los perros y gatos, mortal», recoge el escrito creado el 6 de marzo y que al cierre de esta edición ayer acumulaba 517 firmantes.

El ayuntamiento ya ha intervenido en este sentido. Si bien, aunque el tratamiento ha finalizado, desde el servicio de Parques y Jardines se recomienda a las personas con algún tipo de alergia que eviten pasear por zonas de pinares durante los próximos diez o quince días. El motivo es que todavía puede haber tricomas de procesionarias en el ambiente, los pelos que suelen lanzar estas orugas al aire, y podrían agudizar algunas alergias.