TEtn noviembre de 1958 aparecían en el Boletín Oficial del Obispado los límites de una nueva parroquia que se creaba. A partir de ese momento comenzaba a existir, como parroquia distinta de la vecina de Santiago, la de San Blas. En las eucaristías del 1 de enero comenzamos en la comunidad parroquial actual la celebración de los 50 años. A lo largo de este año intentaremos que ilumine todo lo que vayamos organizando. No habrá grandes ni espectaculares eventos, pero sí aprovecharemos la efemérides para que todos los que formamos parte de la parroquia profundicemos en lo que significa ser hombres y mujeres que creen en Jesús en nuestro tiempo.

El lema que hemos escogido --50 años anunciando la fe en Cáceres-- quiere ser un recuerdo a todos los que, de una manera u otra, han colaborado y sobre todo han vivido su fe en la misma. Tantas y tantas personas que desde sus inicios, piedra a piedra, ladrillo a ladrillo, gesto a gesto, han ido construyendo esta realidad que hoy somos. Desde los sacerdotes, la comunidad de religiosas de los Rosales y los consejos pastorales parroquiales hasta los fieles que, de una manera u otra, participan y/o se sienten parte de ella. Si alguno de ellos hubiera faltado y no hubiera cumplido su misión, ahora no seríamos lo que somos.

En los carteles que presiden la ermita aparecen seis palabras que se relacionan con seis fotos. Tres de ellas hacen relación al pasado y otras tres al futuro. Esta es la realidad de la Iglesia, fundada en la roca firme de Jesús de Nazaret, y a su vez por la acción del Espíritu mirando siempre hacia adelante para servir a los hombres y mujeres de hoy, con sus virtudes y sus sombras, pero los de hoy. Las tres palabras que hacen relación al pasado son historia, fidelidad y seguridad, representadas por las figuras de la ermita, el retablo y la imagen de San Blas; ellas a su vez hunden sus raíces en la figura de Jesús y, a partir de ahí, en toda la Iglesia que vino después. Estos son nuestros cimientos. Nuestra fe no solo tiene su asiento en la decisión nuestra de creer, sino que su seguridad nos la da el que depende también de la figura de San Blas, de la solidez de la ermita y del retablo que construyeron nuestros antepasados.

Pero si solo nos conformáramos con esto no seríamos fieles al Maestro. Nos falta algo; no podemos vivir únicamente del pasado: el cristiano no es alguien que se recrea en su historia sin querer aceptar los nuevos signos de los tiempos, sino que vive la realidad. Por eso están las otras tres palabras que son futuro, ilusión y compromiso, representadas por personas que forman parte de la parroquia: grupos de familias, el consejo de pastoral parroquial y un grupo de niños. Ellos representan el hoy y el mañana. Sin el compromiso de hacer realidad su papel como creyente en la familia, el barrio, el trabajo y la escuela, nada conseguiremos. Queremos que estos 50 años, en unión con la Iglesia Diocesana, fortalezcan nuestra fe, animen nuestra esperanza y dinamicen nuestra caridad.