Los cacereños han encontrado este puente la respuesta a la pregunta que se hacen miles de turistas cuando visitan la ciudad feliz : "¿Por qué no hay gente paseando por el casco histórico de Cáceres?". Eso: por qué... Visita uno Santiago y los compostelanos van a tomar el vermú a la zona medieval, compran sus pasteles en La Mora, dulcería histórica situada en los soportales de la ciudad vieja, y ocupan las terrazas en masa en cuanto deja de llover.

Item más: Salamanca. El centro de la capital charra es su pulmón, su corazón, el imán que atrae los pasos de todos los paseantes. Sin embargo, en Cáceres... Aunque algo se ha avanzado en el último año: hasta hace poco, los cacereños hacían la ruta de los elefantes desde la Cruz de los Caídos hasta la plaza Mayor. ¡Pero cuidado!, al acabar Pintores, daban la vuelta y a la plaza sólo se asomaban, pero no la recorrían no fuera a ser que se contaminaran.

EL ESPARADRAPO DE JENNIFER

Desde el desaguisado de La Bandejina , la curiosidad pareció atraer a los habitantes de la ciudad feliz que, ya se sabe, se pirran por cualquier novedad. Ahora, el adefesio de esa acera blanca de la plaza, que contrasta con el resto del pavimento como un esparadrapo en la cara de Jennifer López, vuelve a incitar al paseo.

Es decir, si haciendo las cosas regular, la plaza se revitaliza, ¿qué no sucederá el día que se hagan bien y las fachadas se pinten y adecenten? Eso sí, este puente pasará a la historia porque por primera vez, una terraza de la plaza ha instalado un mobiliario como debe ser, al estilo de los cafés de la Grand Place de Bruselas, el Boulevard Saint Germain de París y los rincones más exquisitos de Salamanca.

Se trata de una terraza con butacas de mimbre o de imitación de mimbre que resultan cómodas, dignas, elegantes y muestran el camino de lo que se debe hacer para convertir la plaza Mayor en la segunda sala de estar, y la más bella, de los cacereños.

Conseguido, por fin, que las gentes se aventuren a tomar su plaza y a disfrutarla, la siguiente asignatura pendiente es la parte antigua, que tiene su encanto solitaria, pero resulta fascinante llena de cacereños, de turistas, de artistas, de adolescentes, de beatas, de curiosos... Este puente, gracias a la Virgen, a Foro Sur y a una estupenda iniciativa de la Diputación, el casco histórico de Cáceres ha vivido los cuatro días más intensos, divertidos y variopintos que se recuerdan.

Y los ha vivido en paz y en sosiego, sin que rechine la mezcla de lo católico y lo pictórico, la tradición y las vanguardias, lo creativo y lo contemplativo. Hubo momentos en que no había sitio para sentarse en la plaza de san Jorge, en que había que dejar salir antes de entrar en el arco de la Estrella, en que era preciso guardar cola para descender por la cuesta de la Compañía.

Se podía visitar a la Virgen para besar su manto, contemplar el decorado floral o entretenerse con las emociones entrevistas. Se podía visitar una exposición en el palacio de Carvajal, otra en las Piñuelas, otra más en el museo de Cáceres, y en el patio de la casa de los Duques de Valencia, y en la casa del Conde, y en Bellas Artes, y en las Veletas, y en el palacio Luisa de Carvajal, y en la Preciosa Sangre, y en el palacio de la Diputación.

Los turistas alucinaban en colores (nunca mejor dicho) y resultaba emocionante observar su fascinación incrédula. "Es increíble", comentaban en San Mateo, en San Jorge, en Santa María... Los cacereños entraban en patios vedados hasta ahora y muchos conocían por primera vez el maravilloso salón de plenos de la Diputación, en cuyas dependencias se celebraba la exposición que más parecía entusiasmarles: Arte en Palacio . Los cacereños han tomado, por fin, la parte antigua, y no ha sido sólo para ver a la Virgen o para contemplar procesiones. La ciudad feliz parece querer cambiar.