No se cumple en este caso la máxima de hacer ciudades accesibles para los peatones. Y si no, intenten un día atravesar una parte del acerado de la rotonda de Alfonso IX que une la avenida Virgen de Guadalupe con la calle Londres. Supondrá un suplicio si en ese caso se topan con varias personas, con un carrito de bebé o con alguien en silla de ruedas; alguno tendrá que abandonar la acera, bajar obligatoriamente al arcén, siempre y cuando no haya coches aparcados, claro. En fin, una odisea, un jugarse el tipo de modo constante.

Diego Vaquero es un vecino de la calle Londres que sufre a diario este calvario. Hasta tres quejas, todas ellas sin éxito, ha formulado al ayuntamiento. En la primera lo derivaron a la policía local, en la segunda, al servicio de Infraestructuras. La última reclamación la ha dirigido al buzón de consultas, quejas y sugerencias del consistorio, aunque de momento no ha recibido contestación.

Vaquero comienza así su escrito: «Vuelvo a insistir por tercera vez». Y visibiliza con sus palabras lo que sus ojos ven en la calle: «Tres carriles para vehículos y apenas un metro para peatones, que deben salirse a la calzada si coinciden con otros viandantes. Si se trata de alguien con carrito, la cosa se complica, y no pensemos ya en una persona en silla de ruedas».

Añade en su queja que «lo curioso» es que las otras tres esquinas de la rotonda de Alfonso IX están con anchuras y delimitaciones correctas». Y se plantea: «Tampoco creo que el coste de solucionar el problema arruine a nuestro ayuntamiento. No creo que llegue a 15 metros de acerado», concluye el afectado.

«Resulta que justo en el tramo de Virgen de Guadalupe anterior a esa acera (a su paso por el centro deportivo El Perú) nos encontramos con un acerado espectacular. Además, otras esquinas de esta zona tienen sus vallas reglamentarias y aquí no hay nada. Es un riesgo», señala Diego Vaquero, que recuerda cómo esa zona es atravesada por muchos escolares dada la cercanía de los colegios Licenciados Reunidos y Josefinas. «Ojalá no haya que lamentar una desgracia para que adopten medidas», subraya mientras es imposible no recordar ese Premio Reina Sofía de Accesibilidad Universal que Cáceres recibió en 2013 como reconocimiento a una ciudadanía comprometida con la eliminación de barreras. Seguro que aquel día el jurado no pasó por esta acera.