«El patio de un colegio abandonado aún retiene las risas, voces y juegos de los niños (...). Hay edificios en los que por sus pasillos y habitaciones se pueden escuchar, si uno se detiene y la imaginación navega desatada, los leves pasos y susurros de quienes allí habitaron». Así presenta José Luis Forte su itinerario ‘Espacios fantasma’, lugares que ya no son lo que fueron, o que nunca llegaron a serlo, como el enorme solar que pudo albergar a cientos de familias que vieron frustrado su futuro al no edificarse jamás. Enclaves atrapados en el tiempo o víctimas de un futuro malogrado.

En suma, «un paseo ensoñador o espectral» con varias paradas: el Refugio, objeto de resurrecciones fallidas; la escuela de El Madruelo, «que apenas respira en su melancólico olvido»; el arco de una vía muerta en la calle Trujillo; el colegio Vicente Marrón; los cines Capitol y Coliseum; la calle Castillo, «con su aparente abandono en lucha con su encanto»; el Parrápolis Café, «donde lo alternativo cobró vida»; el Palacio de Congresos, «pérfido homenaje a una época mejor, cuando vibraba invadido por la vanguardia»; o el sovacón junto a la N-630, huella de un proyecto urbanístico fallido.