En el ámbito de la ciudad antigua de Cáceres, tanto intramuros como fuera de ellos, hay numerosos ejemplos de escudos, muchos de ellos bellísimos. Algunos presentan una serie de detalles que, al menos a mí, me resultan curiosos, los más de ellos recogidos por los heraldistas cacereños y que me gustaría mostrarles.

Precisamente desde este punto de vista, el más curioso es el de la familia Mayoralgo que, sobre todo en la fachada principal de su casa palacio en la Plaza de Santa María (hoy sede de Caja de Extremadura), bajo una belleza de yelmo, cimera y lambrequines, presenta la rareza de un escudo partido y compuesto de dos mitades (partido y dimidiado): de un águila y un castillo. El escudo de Mayoralgo volverá a aparecer con profusión unido al de otros linajes en otros edificios como el del Marquesado de la Isla. Pero no es el único en la rareza ya que los vecinos de la Casa de los Moraga presentan también la mitad de una flor de lis y un castillo.

En el actual Convento de las Jerórimas, en la Calle Olmos, que antes fue Enfermería de San Antonio de Padua, tenemos dos rarezas. La primera es la del escudo de Cáceres con sus símbolos colocados al revés: el castillo a la derecha y el león a la izquierda. En el interior se mantiene una colección de escudos en su color, bellísimos, que corresponden a las familias de ´alcobistas´. La enfermería se fundó para sanar a los frailes del Convento de San Francisco el Real cuando enfermaban. Una familiacacereña sufragaba el gasto y por ello tenía el privilegio de colocar sobre el dintel de la puerta de entrada a la alcoba su escudo de armas (el libro Cáceres en sus escudos y monumentos de Pedro Cordero Alvarado los recoge con detalle).

En la esquina del Convento de Santa Clara que mira al Potro hay un escudo con las armas de Doña Aldonza de Torres Golfin, que lo fundara, y sobre él una hornacina esquinada donde hay la figura de una monja (quizás la propia Clara de Asís).

El escudo en la fachada de la Casa del Mono se presenta tenido por dos leones y en la del Palacio de los Golfines de Abajo son dos ángeles los que sostienen su escudo. También hay cabezas de querubines en numerosos escudos, sobre todo de esquina, como en los Palacios de Ulloa, Godoy, Durán de la Rocha o en San Juan.

Los escudos suelen aparecer timbrados de yelmo, cimera y lambrequines, y algunos con corona como en todos los sitios donde hay escudos reales, de la ciudad, de marquesados o en algunos templos como la Preciosa Sangre; pero los que corresponden al Palacio Episcopal (aunque los hay en otros puntos como vidrieras o interior de templos) son singulares porque se tocan con el capelo, un sombrero de uso eclesiástico conocido ya desde el siglo XIII. Curiosamente, en el siglo XIX la Santa Sede reordena el uso de los capelos y establece los colores de los borlones: rojo en los cardenales, verde en los arzobispos y obispos, y negro en los abades. También el número: 30 para cardenales, 20 para los arzobispos, 12 para los obispos y abades. Los escudos timbrados de capelo están sobre todo en la fachada principal con los de GaIarza, aunque en el patio interior hay profusión de escudos de los distintos episcopados (el más curioso es el Fray García de Castronuño, de 141,8 en la base de la torre en el patio porticado.

En muchas ocasiones se presentan los escudos acolados (uno junto a otro), como en las fachadas de los Palacios de las Veletas, de Golfines de Arriba o de Sande.

Los de las órdenes religiosas son algo diferentes. Así, tenemos los de la Seráfica Orden de San Francisco, con las cinco llagas (pueden estar también dos brazos cruzados y la Santa Cruz de Jerusalén), colocados, entre otros sitios, en la fachada de la Enfermería de San Antonio de Padua antes citada, o los de los Dominicos, en el Convento de Santa María del Rosario, con la cruz de predicadores rodeada del Rosario y los símbolos de la Inquisición: palma, lucero y espada.

Por último, en varios templos aparecen blasones o cartelas con el jarrón de azucenas, símbolo de la pureza de María, sobre todo en la Concatedral, a Ella dedicada.