Las peonzas, el aro, los guiñoles, el intercambio de cromos, los pupitres, la escuela de los cagones… El palacio de las Cigüeñas acoge hasta el próximo fin de semana la muestra ‘Los primeros pasos de nuestra infancia’, que exhibe centenares de piezas del coleccionista Emilio Mariño. La exposición lleva al visitante a situarse cien años atrás y a recordar cómo era la vida durante su infancia. Consta de tres salas: En la primera se exponen piezas sobre los juegos de principios del siglo XX como las peonzas, los aros o el coleccionismo, con el intercambio de cromos.

La segunda se centra en la escuela de entre 1900 a 1970, está perfectamente recreada. Se pueden observar sacapuntas de la época, una bola del mundo de los años 20, un diccionario de 1895, los braseros que se ponían bajo los pupitres de los alumnos, las canteras, las pizarras y pizarrines que tenía cada niño o las mesas bajas de la escuela de los cagones. También un catecismo, libros de 1900 a 1970 y los babis de aquel momento. La muestra termina justo donde acababa la infancia, cuando los niños tomaban la primera comunión. Así en la tercera sala se exhiben dos trajes de comunión (uno de niño y otro de niña) que tienen más de medio siglo; además de fotografías.

Todas estas piezas han sido traídas por su propietario, Emilio Mariño, del Museo de Oficios y Tradiciones que posee en Aldea del Cano. Tiene más de 10.000 pizas (dice que es imposible cuantificarlas) con las que hace un recorrido en el museo de los principales oficios como el comercio antiguo, la barbería, la fotografía, el cine, la escuela, la producción de quesos, el zapatero, la cocina, la bodega, la modista, el carpintero, la fragua, el ferretero o el campo.

El ayuntamiento de Aldea del Cano le va a ceder un espacio más amplio para poder llevar la colección y que le permitirá introducir piezas para enseñar otra decena de oficios más del pasado siglo. Cuando cierre el actual museo en él colocará una exposición de uniformes de época (tiene trajes desde Isabel II hasta los años 70).

La colección la ha conseguido con esfuerzo durante los últimos 40 años y por su interés por el coleccionismo que le inculcó su padre, quien le decía que había que guardarlo todo, «aunque sean piedras». H POR SIRA RUMBO