El Ayuntamiento de Cáceres va a desarrollar, a partir de septiembre de este año, un programa de educación ambiental titulado ‘Naturalmente Cáceres’, entre cuyos objetivos se encuentra el de «educar en el uso responsable de los espacios verdes». Nos parece una magnífica iniciativa; es muy de agradecer esta idea y muy necesaria esa educación en el respeto a los espacios verdes. Espero que gracias a esta medida dejarán de pronunciarse frases como «el césped en Cáceres no funciona»; que escuché literalmente en un pleno municipal al que luego aludiré y que puede rebatirse fácilmente: solo es necesario el respeto por parte del público y el cuidado del mismo por parte del ayuntamiento.

Una de las actividades que van a desarrollarse dentro de ese proyecto, y coincidiendo con la Semana Europea de la Movilidad, consistirá en convertir simbólicamente una plaza de aparcamiento en un espacio verde: vivir un pequeño sueño por un día. En lugar de hacer ficción, el ayuntamiento podría hacer realidad el sueño de convertir, no uno sino muchos aparcamientos en espacios verdes si, sencillamente, se convirtiera de nuevo el espacio central del Paseo de las Acacias en un bulevar.

Si miramos el plano de Cáceres, veremos cómo la zona oeste que linda con el paseo de Cánovas está cada vez más ‘desverdizada’ (palabra acuñada por una simpatizante de Cáceres Verde). Me refiero a la calle San Pedro de Alcántara y la avenida Primo de Rivera. En el PIMUS (Plan de Infraestructuras para la Movilidad Urbana) se contempla una intervención —que más bien calificaría de destrucción— en la avenida Virgen de la Montaña, situada en este caso hacia el este del Paseo de Cánovas, que eliminaría el bulevar y los árboles, sustituyéndolos por otros de porte más pequeño que permitan que las terrazas no se pongan bajo su sombra —¡uf!, ¡cuántas alergias hay!— sino bajo la de toldos artificiales que dan una sombra más calentita en verano, menos alérgica en primavera y menos ‘sucia’ —la ironía no es mi estilo, pero a veces me rindo a ella—. ¿Por qué respetan el Paseo de Cánovas? Según tengo entendido, nuestro Paseo de Cánovas, que nació prácticamente con el siglo XX, es una vía interurbana —que no urbana— y por tanto el ayuntamiento, al parecer y afortunadamente, no puede modificarla, ni ahora ni nunca. Al menos tenemos la certeza de que siempre tendremos nuestro Cánovas. Nuestro y de quien disfrute de él, porque una avenida, una plaza o una calle no son patrimonio de los comerciantes que allí tienen sus negocios ni de los vecinos que viven en ella.

Es verdad que hay muchas zonas verdes y mucho arbolado en la ciudad, fuera del centro, pero si nos adentramos en él, dejando atrás el Paseo de Cánovas, el único espacio verde que nos encontramos antes de llegar a la desolada Plaza Mayor es el jardincillo de la Plazuela de San Juan.

En el mes de mayo de este año se convocó el pleno extraordinario que he mencionado unas líneas más arriba, dirigido a comerciantes y vecinos de San Juan y calles aledañas. El objetivo era presentar el proyecto de intervención en la plaza, una obra financiada por el Consorcio Cáceres Ciudad Histórica. Yo acudí como ciudadana preocupada y como miembro de Cáceres Verde y como usuaria de los bancos de la plaza —idénticos a otros miles de bancos que pueblan nuestras ciudades— o como admiradora de esa plazuela en la que, por cierto, nací y que es uno de mis rincones favoritos.

Afortunadamente, en el proyecto, que fue presentado en aquel pleno por algunos concejales y por el director del consorcio, se prevé conservar en su totalidad el arbolado, los setos, el césped y el empedrado portugués —que fue realizado durante los años 1939 y 1940, según consta en el Archivo Histórico Municipal de Cáceres—.

Es de agradecer que, por una vez, coincidan nuestro intereses con los del ayuntamiento. Pero me surgen algunas dudas. Muchas de las personas que viven o conocen la ciudad están de acuerdo —y así se dijo en el pleno y se ratificó por los presentes— en que «la Plaza de San Juan es la más bonita de Cáceres». Pues bien, si es así, ¿por qué no mantener la iluminación intimista y romántica que hay ahora en lugar de iluminar fuertemente el palacio de Oquendo, como está previsto en el proyecto?, ¿por qué recortar las copas de los árboles y retirar los arbustos si esa pequeña masa arbórea en su conjunto, que comporta el jardín que hay actualmente, junto con el empedrado, constituye unos de sus mayores encantos?, ¿llenarán de terrazas los espacios abiertos que se prevén tras la remodelación, privatizando una vez más el espacio público? Espero encontrar respuesta a estas preguntas.

Seguimos bajando por la Gran Vía y nos encontramos con la Plaza Mayor, cuyos árboles se trasplantaron en 1970 o finales de 1969 y, naturalmente, murieron. Como murieron en 1986 los tres cedros que había en el espacio que hoy ocupa el monumento a Hernán Cortés, como murió hace dos veranos el emblemático cedro de la misma avenida, en un rincón apartado del Parque del Príncipe. Y, lo que es peor, como morirán sin remisión las acacias del Paseo de las Acacias o avenida Virgen de Guadalupe cuando se pretenda trasplantarlas en otoño, según informaba la alcaldesa a la prensa del pasado día 4 de julio. Son muchos los trasplantes fallidos y muchas las veces en que se ha alegado que los árboles de una calle están todos enfermos —no me detengo en dar datos concretos— para retirarlos de un plumazo. De todo esto se induce que la educación en el respeto a los espacios verdes se podrá poner en práctica en muchas zonas de la ciudad, de eso no cabe duda, pero difícilmente se va a poder practicar en el centro de la misma porque esos espacios están desapareciendo.

Y, para terminar con este breve paseo, invito a continuar calle abajo y detenerse en la Plazuela de la Audiencia, que aún conserva el empedrado portugués que data de 1941, un año después de la realización del de la Plaza Mayor, que sucumbió, junto con los árboles, para dejar el espacio diáfano con motivo de la visita del dictador Franco a Cáceres en 1970, a quien el alcalde Bustamente recibió con honores.

He empezado este escrito congratulándome con la iniciativa del ayuntamiento, titulada ‘Naturalmente Cáceres’, que servirá, sin duda, para que el público conozca los espacios verdes de la ciudad en esos paseos programados que forman parte del proyecto y para los que auguramos un gran éxito, como lo fueron las conferencias y los paseos por la ciudad y sus jardines que desde el Ateneo de Cáceres organizamos a lo largo del año 2016 bajo el título ‘El latido de la ciudad extramuros’. Ojalá esos paseos sirvan para disfrutar y conocer más nuestra ciudad, pero también para alertar y concienciar; y para reivindicar, entre otros, ese maravilloso espacio verde, tan abandonado, que es la Ribera del Marco.

Pilar Bacas, profesora.