TSti embocáis la Ronda Norte desde la glorieta de Santa Fe (mucho mejor que rotonda del Club de Tenis) camino del Parque del Principe (Manantíos del Hinche y la Madrila) hacia donde se cruza con Aguas Vivas (ahora Las Lavanderas), antes del cruce de la carretera del Casar, veréis un puente, una puente nueva sobre la susodicha ronda. Subid hacia el puente por la diestra, pasadlo y salid hacia el camino de la izquierda. Hay una calleja de terrazguero y piedras sueltas que se alarga suavemente entre la umbría de la Sierrilla y la larga y pelada cumbre del norte con olivares en las faldas.

Pasos costosos de soledad. Las aguas de abril han hecho brotar la primavera y el sardón verduzco y silvestre inunda paredes viejas y veredas casi difuminadas. Indolente, una punta de ovejas pace entre restos de viejos enseres y corraladas atiborradas de excrementos. Al paso del caminante, un mastín estentóreo y grave amenaza a la visita desde la terraza de una casa deshabitada. Una magnífica construcción, sin duda vivido hogar otrora y hoy solar de abandono, dejadez, sombras y olvido.

El paseante solitario no puede, por menos, que sentir el arañazo de la desazón cuando contempla esas casas, hace años o lustros, cálido lar y hoy refugio de santurrostros, arañas y alguna que otra avecica despistada.

Al cabo del barzoneo ascendente, el collado da vista al poniente del serrajón y el paseante torna hacia las casas habitadas de la ciudad entre el revoloteo de las turcas, el paso furtivo de alguna zurita apresurada y la luz pastosa y cálida de la mañana.

"Qué descansada vida la del que huye-"