TCtuando se preparan campañas de apoyo al tercer mundo se insiste mucho en que hay que enseñarles a pescar antes que darles los peces alegremente. Pues bien, ahora el Ayuntamiento de Cáceres se empeña en entregar la plaza Mayor a los cientos y cientos de paseantes, que una vez llena la zona monumental, esperan ansiosos poder pasear por la plaza, sin enseñarles primero a conocer su ciudad monumental.

Cuando se hizo peatonal la calle de San Pedro casi nadie criticó la decisión porque era casi imposible circular con vehículos entre la gente que realmente se agolpaba en las aceras y era hasta peligroso. Cuando se hizo peatonal Roso de Luna hubo alguna protesta más, sobretodo por que se limitaba un acceso a la plaza, pero también se comprendió porque las aceras estrechas y la cantidad de gente la hacían incomoda para vehículos y peatones. Cuando la calle General Ezponda era conocida como la calle de los bares, había que cortarla a determinadas horas porque era imposible pasar entre la cantidad de gente que se agolpaba. Y en todos los casos las calles fueron conquistadas por los peatones y las protestas fueron mínimas.

Ahora, se nos ha ocurrido cerrar al tráfico la plaza Mayor, una plaza que no esta diseñada para los peatones, con un gran desnivel y con una bandeja de la que se han hecho dueñas esas ratas voladoras que son las palomas, desterradas de todas las ciudades con monumentos y adoptadas con alegría e inconsciencia por la ciudad.

Actualmente, a todos los que trabajamos alrededor de la plaza nos pasa la misma anécdota, por llamarlo de alguna manera, cuando te encuentras con algún amigo en las zonas de Cáceres donde hay aparcamientos y los coches no son apestados, te dice "¡Cuanto tiempo sin verte!, es que hace mucho tiempo que no bajo por allí, como no se puede bajar con el coche". Pero parece que eso sólo nos pasa a los que no nos gusta la alocada peatonalización prevista. Parece que lo que preguntan a los demás es "¿Cuándo hacen peatonal la plaza para que baje un día sí y otro también?".

Lo que realmente me entristece es que estamos convirtiendo a las zonas más emblemáticas de Cáceres en verdaderos desiertos. Tendríamos que preguntarnos por qué casi nadie de Cáceres, salvo honrosas excepciones, pasea por la parte antigua, un lugar ideal para hacerlo y para sorprenderse cada día por un rincón que no conocíamos. Tendríamos que preguntarnos si los turistas que vienen en autobús y tienen que subir desde el edificio de la fundación Valhondo hasta la ciudad monumental andando van a repetir en otra ocasión o van a recomendar la visita a Cáceres, después de llegar con la lengua fuera; creo que sería fácil que los autobuses llegaran a la plaza y luego se fueran a aparcar a la fundación Valhondo o al quinto pino si hiciera falta. Tendríamos que preguntarnos porque no se favorecen negocios en la ciudad monumental que escurran bien los bolsillos de los turistas, que bien nos los escurren a los cacereños allí donde vamos. Tendríamos que preguntarnos por qué los cacereños un sábado a mediodía no quedan a tomar unas cañitas al sol en la plaza Mayor, quizá será porque no es peatonal, no me acordaba. Y tendríamos que preguntarnos tantas y tantas cosas.

En fin creo que el error se cometió hace ya casi seis años cuando, todavía no sabemos por qué, se decidió no hacer el parking en la plaza Mayor, que hubiera sido la solución a todos estos problemas. Se hubiera hecho peatonal la plaza, se hubiera acabado con el botellón en aquella época, y los turistas, andando o sin andar llegarían hasta las mismas puertas de lo que vienen a ver. Y no me sirve el pedazo de párking de Obispo Galarza, del que ya se han largado algunos, y otros porque no les dejan, porque su ocupación demuestra su inutilidad, salvo los días de semana Santa.

Y termino como empezaba, cuando veamos a los cacereños pasear por la plaza y por sus alrededores con la misma densidad que otras veces tenía la calle de San Pedro hagámosla peatonal o lo que haga falta, pero mientras no hagamos el idiota, que como dice el profesor Carlo Cipolla, "es el que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio". Y yo no veo a los beneficiados de la peatonalización. ¡Ah! Se me olvidaba, de las calles privadas hablamos otro día.