Si le preguntamos a los cacereños tres nombres de empresarios con larga trayectoria, probablemente la mayoría citaría a Pedro Rodríguez Santano (28-3-46). Durante su juventud comenzó en el sector de la alimentación y a los 25 años decidió unirse a sus hermanos, dedicados a obras a pequeña escala. Pronto fueron conocidos como Excavaciones Santano (movimiento y transporte de tierras). Con Pedro Rodríguez al frente, sus actividades no han parado de ampliarse en cuatro décadas: varias plantas de hormigones y asfaltos en la provincia, concesionarios y otras divisiones. A sus 69 años sigue en activo al frente del Grupo Santano, con nuevos proyectos.

--¿Cómo empieza un empresario a crecer? ¿Cómo fue incorporando nuevas actividades?

--Hace 35 años vimos que la empresa de excavaciones comenzaba a quedarse pequeña y creamos una planta de hormigones y derivados. Así nació Hormydesan, con tres instalaciones actualmente en Cáceres, Trujillo y Valencia de Alcántara. Como he sido una persona muy inquieta, al poco tiempo volvimos a darnos cuenta de que había que seguir creciendo y hace treinta años empezamos con los asfaltos y aglomerados. También tenemos plantas en Cáceres y Trujillo con el nombre de Aglosán.

--Siempre dicen que no hay que poner todos los huevos en la misma cesta. ¿Por ello se embarcaron en la automoción?

--Entendimos que había que abrir caminos para no volcarnos en un solo sector que pudiera ser problemático, como ha ocurrido con la construcción. Hace 22 años compramos otras instalaciones en Capellanías y conversamos con algunas empresas de automoción. Al final apostamos por Audi y Volkswagen. Hoy disponemos de tres instalaciones en Cáceres: Audi, Volkswagen, y vehículos industriales y de segunda mano. En Plasencia también gestionamos las dos marcas, con las que estamos muy satisfechos. Vamos cubriendo objetivos.

--Incluso abrieron unos almacenes de construcción...

--Sí, durante una época estas superficies funcionaron muy bien en todos sitios, pero lo cerramos con la crisis. Hoy tenemos la mitad del espacio alquilado a una empresa china, y el resto como almacén para nuestras obras.

--Se mueve en dos sectores muy castigados por la crisis: construcción y automoción. En cambio sigue entre las mayores empresas de Cáceres... ¿Cómo lo hace?

--Por supuesto que la crisis nos ha afectado. Llegamos a tener unos 70 camiones y 60 máquinas, un parque amplio. Cuando suba el precio de la chatarra venderemos muchos al mejor postor. El ajuste ha sido duro, pero hay que seguir siempre adelante. En primer lugar, a las empresas hay que quererlas muchísimo y hacer lo posible por mantenerlas, incluso en los malos momentos, luchando y buscando trabajo. Además, nunca hemos repartido dividendos, todo se ha reinvertido para consolidarla.

--¿Qué es lo más difícil que ha hecho como empresario?

--Encarar esta crisis, un maremagnum económico sin precedentes. Llegó un momento en que tuvimos que afrontar una regulación de empleo y pusimos plazos cortos, no queríamos darnos por vencido. Luego hubo que hacer más y nos descapitalizamos, porque de aquí ningún empleado se ha ido sin cobrar todo lo que le correspondía. Afortunadamente hemos vuelto a rescatar a muchos.

--Tiene fotos muy curiosas en la oficina. Su empresa aparece casi en solitario en las Capellanías... ¿Fue de los primeros?

--Estaban Núñez, Waechtersbach, Catelsa, nosotros y poco más. El desarrollo del polígono fue tremendo, llegó a tener unos 5.000 trabajadores y la salida a horas punta era complicada. Hoy pasan tres coches por la calle principal. Muchos empresarios han tenido que cerrar sus negocios después de dedicarles su vida, y ahora ni siquiera pueden poner un precio razonable a la nave, tiene que ajustarse a lo que les den. El polígono está abandonado, necesita una reparación general, más vigilancia, quizás bajar un poco los impuestos para incentivar los negocios y además que vengan empresas con contenidos innovadores.

--¿Y cómo ve por extensión la ciudad en general?

--También parada, sinceramente. Yo soy empresario de lo mío y no sé las soluciones, pero tenemos numerosos empleados públicos, políticos, que están ahí para estudiar y dirigir nuestros destinos. Dicen que el turismo es una vía de futuro, bien, pero hay que ampliar las pernoctaciones. A lo mejor debemos facilitar la llegada de nuevas fábricas, recuerdo que hace años las grandes urbes de suelos industriales casi regalaban los terrenos para la implantación de empresas que dieran empleo.

--¿A dónde va un sector de tanto peso como la construcción?

--No volverá a ser lo que fue, y tampoco sería bueno porque hubo una vorágine tremenda que ha perjudicado mucho. Todo era coger suelo, recalificar... Mientras Europa construía 500.000 viviendas al año, España hacía 800.000. También los ayuntamientos se aprovecharon de las tasas por edificación. ¿El futuro? Para arreglar las cosas hay que regular el gasto público. No hablo de poner en la calle a los funcionarios, hablo de buscar fórmulas. Las empresas también debemos ser cautelosas, lejos de aquellas inversiones tan alegres. La banca tiene que buscar la forma de dar créditos y de cobrarlos. Un país se mueve por lo que gastan sus ciudadanos.

--¿La automoción se recupera?

--Va muy lenta, pero los planes PIVE, sin ser la panacea, animan los concesionarios. La marcas también lanzan coches con más equipamientos y descuentos especiales, y son las que facilitan la financiación.

--¿Proyectos en marcha?

--Hemos ganado el concurso para la gestión del Plan de Gestión de Residuos de la Construcción de la zona sur de la provincia. Tendrá unos 90 puntos limpios, plantas de transferencia y una de reciclaje en la N-630. Vamos en unión con Sevilla-Carmona. Hacia primavera estará funcionando. Nosotros hemos gestionando los vertidos en La Labradora, que tendría que estar cerrada hace tiempo. Esto debe suponer su clausura.

--¿No se jubila?

--Cada día vengo a la empresa antes de las ocho. Sigo en activo porque me gusta mi trabajo. Siempre digo que duermo en Cáceres y vivo en Capellanías.

--Parece que sus hijos tomarán el relevo. ¿Qué les aconseja?

--Les digo que ser empresario es mucho más complejo que cualquier otra cosa, y sobre todo que nunca pierdan la seriedad y la honestidad.