Asegura que ha superado el calvario que vivió durante casi cinco años en una asociación de ayuda a discapacitados al denunciar, afirma, un supuesto caso de malos tratos por un compañero. Diplomado en Magisterio, José Ignacio Sánchez es uno de los miembros fundadores de la Plataforma Extremeña Contra el Acoso Laboral. Indica que desvelar aquella situación fue el detonante para empezar a sentirse como una víctima de mobbing . "Primero no te das ni cuenta de lo que te pasa. Empiezas a notar que estás más irritado, con una sensación de malestar interior, estrés y angustia que se va quedando dentro", recuerda.

Luego le afectó en su ámbito familiar y en el trabajo hasta minar progresivamente su autoestima. "Te preguntas qué estás haciendo mal y te vas aislando", afirma. El deterioro llegó hasta el punto de tener que recibir atención médica y verse obligado a pedir la baja. Tras diez meses fuera de combate, afirma que fue despedido al reincorporarse a su trabajo y denunció su caso de mobbing , que no prosperó.

José Ignacio señala que el mobbing se concretaba en registros en su despacho y en una vigilancia constante. Dice que su obsesión, durante el acoso, fue la de luchar contra él mismo y no contra el acosador: "Es muy importante recuperarse para poder luego defenderte. Si no estás fuerte, no eres capaz. Hay gente que sufre mucho".

Su viacrucis le llevó incluso al umbral del suicidio: "Pensé en quitarme la vida. Veía un camión y me daban ganas de tirarme". Ahora su objetivo es olvidar y volver a ser útil.