De unos años a esta parte hemos presenciado cómo el papel ha sido sustituido por ceros y unos del código binario. El correo, la prensa, los libros..., todo aquello susceptible de ser leído y/o escrito ha sido absorbido por la era digital, cual pequeña empresa devorada por una gran internacional.

Ahora casi nada se documenta en papel. Algunos señalan que es más ecológico, otros que es más rápido, más práctico..., pero otros se aferran a sus cuartillas de celulosa y aborrecen los modernismos .

Sin lugar a dudas, el mundo ha cambiado: la información llega a nuestras pantallas con una celeridad que antaño hubieran tachado de brujería; podemos acceder en tiempo real a lugares nunca imaginados; charlar con gente de otra parte del mundo sentado en tu propio salón; discutir en foros; estudiar carreras; hacer la compra; ligar por chats... Hay quien opina que la era digital nos ha aportado libertad. Hasta cierto punto es cierto, pero si profundizamos en tal afirmación, concluiremos que no es más que una errónea generalización. Pues tal libertad concedida, cuando va de la mano del libre albedrío, cae en dependencia. Tal libertad de información... ¿nos educa, o nos deseduca? Y es que, casi al tiempo que se popularizaba internet como una maravillosa práctica, también comenzó a popularizarse el anonimato digital. Pasamos de ser hombres libres tras un monitor plagado de información, a hombres libertinos tras un teclado ávido de malicia. Así, día a día, la libertad de opinión se enfrenta al libertinaje del insulto gratuito.

Esta semana conocíamos que una vecina de Plasencia deberá pedir "perdón" al alcalde por insultarle reiteradamente a través de una red social. Los insultos no incluían el ámbito político ni el de gestión de la alcaldía; sino que se referían a su círculo familiar. Antes de llegar a juicio, ambos --alcalde y vecina-- llegaron al acuerdo de que ésta habría de retractarse a través del mismo medio: internet. La noticia ha sacudido todos los medios. Libertad de opinión contra libertinaje ofensivo... ¿hasta dónde ha de llegar cada uno? ¿quién ha de arbitrar tal combate?.