Espartaco, Curro Romero, José Tomás... son nombres de grandes figuras del mundo del toro que un día pisaron el albero de la plaza de toros de Cáceres. Ahora son otros los que deambulan por los pasillos del coso cacereño, no van vestidos de luces ni se ponen delante de un toro; son los integrantes de la Banda Municipal de Música de Cáceres. Increíble pero cierto, el pasillo de la plaza de toros se ha convertido en su improvisado local de ensayo. "Aquí estamos desde mayo, cuando el ayuntamiento nos echó del Olivar Chico de los Frailes. Lo pedimos nosotros mismos, no teníamos otra cosa", comenta resignado Joaquín García, director de la banda.

Pero esta situación no les resulta novedosa a los más veteranos del grupo: "Hace cincuenta años que estoy en la banda, cincuenta años peregrinando de un sitio a otro sin un lugar donde ensayar" afirma José Caso, presidente de la asociación de la banda. "Empezamos ensayando en el ayuntamiento y a partir de ahí no hemos parado en un sitio: la casa del pueblo, la torre Bujaco, Correos, la Fundación Valhondo, en un garaje de la policía local, el Olivar Chico de los Frailes y ahora aquí", recuerda Joaquín.

Las condiciones son pésimas. Los cuarenta integrantes de la banda se apilan en el estrecho pasillo, entre sillas, instrumentos y atriles. "Los tenemos que recoger nosotros mismos cada día, nos obligan a dejar libre el sitio", dice José, que añade: "Si queremos ser capital cultural europea debemos empezar por cuidar la nuestra, creo yo".

Ellos solo piden "un lugar digno donde tocar y enseñar a los músicos principiantes". Ahora parece que sus deseos alcanzan visos de realidad, "nos han dicho que el ayuntamiento nos ha destinado un local. Es una gran noticia, de allí no nos echarán". Parece que se acerca el fin de su largo peregrinar.