Los personajes femeninos llenaron ayer de historias la Feria del Libro de Cáceres, en una jornada donde las autoras también tuvieron su protagonismo. El escritor Diego González, en Cosas que no están, un thriller psicológico, mostró la violencia que sufren las mujeres en México a través de un secuestro, en un relato donde la muerte y el amor se entrecruzan, en un intento de sobreponerse a un pasado que lastra. González explicó que optó por situar esta historia en México, aunque la protagonista es española, «por lo que allí está pasando y que aquí se conoce poco».

El autor compartió presentación con Francisco Rodríguez Criado, que mostraba su obra Los zapatos de Knut Hamsun, una compilación de veintitrés cuentos breves, algunos de tintes humorísticos, otros filosóficos o surrealistas. El que da nombre al libro se basa en la historia real de Hamsun, escritor noruego, premio Nobel de Literatura en 1920 y escritor de la excelente Hambre, que comenzó su carrera como escritor vagabundo que escribía en los cementerios. Otra mujer, Pilar Galán, introdujo a ambos autores.

La otra presentación de la tarde también estuvo marcada por las mujeres, tanto por las autoras como por los personajes femeninos. Pilar Eyre trajo a Cáceres Carmen, la rebelde, la historia de la actriz Carmen Ruiz Moragas, amante del rey Alfonso XIII, que no quiso renunciar a su independiencia y su trabajo, ni siquiera, por el amor de un monarca. Y Pilar Sánchez Vicente presentó Mujeres errantes, un homenaje a las mujeres asturianas que en la década de los 60 emigraron a Suiza en busca de trabajo.

Mujeres y público infantil marcaron la mañana. En el primer acto del día, Montaña Campón presentó El bombo de Tomás, donde un niño que sueña con tener una bicicleta, recibe como regalo un bombo.

Pilar López y Mar Azabal presentaron Ayobami y el nombre de los animales, donde la niña protagonista del mismo nombre vence todos los obstáculos para conseguir ir a la escuela y aprender a leer y escribir. Según López, con esta obra quiere que «los niños conozcan la realidad de que hay otros niños como ellos que no viven en condiciones tan buenas», y que quizá, cuando sean mayores, «puedan echar una mano para que eso cambie». Mar Azabal, creadora de las ilustraciones, muestra con sus dibujos «la imaginación y fantasía» de la historia e insiste en que «el ilustrador también es autor». Tras esta presentación, hubo un taller infantil donde los niños pudieron dibujar los animales de Ayobami.