Al mismo tiempo que el alcalde Saponi ironizaba sobre la presencia de Peter Gabriel, inspirador del Womad, en Cáceres durante los últimos años, el músico inglés hablaba con Dania Dévora, responsable de Womad-España, para interesarse por la celebración del festival en Cáceres.

Charlaron sobre la necesidad de recuperar las esencias y concluyeron que el segundo Womad más antiguo del mundo ni podía regresar a la plaza de toros, espacio taurino que va en contra de las esencias del acontecimiento musical, ni al hípico, lugar que rompe la filosofía que auspició el nacimiento del festival en Cáceres.

Mientras tanto, en la ciudad feliz comenzaba un debate viciado donde una parte del comité (Junta y Diputación) no aclaraba cuál iba a ser el formato de 2005 y la otra parte, el Ayuntamiento, se adelantaba a los acontecimientos y rechazaba regresar a la parte antigua por motivos de seguridad.

Las dos Cáceres chocan

Y como en la ciudad feliz no hay a lo largo del año un tema más controvertido que éste del Womad, pronto quedaban en evidencia las dos Cáceres de toda la vida, que cada mes de mayo chocan sin remedio.

En una ocasión, el choque fue de tal calibre que acabó por darle la puntilla al gobierno local del Partido Socialista. Desde aquel litigio Womad versus Virgen de la Montaña, en la ciudad feliz gobierna el PP y los partidos quedaron tan marcados por el episodio que todas las primaveras, el debate sobre el Womad se convierte en el combate dialéctico del año.

Esta vez, el pugilato ha comenzado con más saña que nunca. El entorno socialista ha apostado fuerte por retomar el formato primigenio y centrar las actividades en el casco viejo, desde San Mateo al Gran Teatro. Por su parte, el entorno popular se ha negado tajantemente con argumentos centrados en la seguridad y la limpieza.

Al instante, la ciudad feliz se ha movilizado enviando cartas a los periódicos y, sobre todo, polemizando en bares, oficinas, comercios y mesas camillas: que si los conciertos de madrugada llenarán la parte antigua de botelloneros , que si por qué el ayuntamiento se preocupa tanto de la seguridad en el Womad, pero deja de ser un problema cuando bajan la Virgen, llega el dragón de san Jorge o pasa el Cristo Negro; que si por qué no preocupan los contratiempos in aeternam provocados por la reforma de Mayoralgo o por el futuro hotel de Atrio y sí importan los contratiempos temporales provocados por el Womad...

Llegados a ese punto, este fin de semana el debate parece haberse centrado y la situación es la siguiente: el entorno socialista ha dejado claro que los conciertos y talleres en el Gran Teatro, y plazas Mayor, de San Jorge y de las Veletas se acabarán a las doce de la noche, hora a la que darán comienzo macroconciertos, no organizados por Womad, sino por Mosquito Productions-Paco Lobo en el recinto hípico, con lo que el botellón arrasador se alejaría del casco urbano.

A partir de ese dato, que no se planteó en principio, y teniendo en cuenta el ultimátum de Peter Gabriel & Dania Evora, el entorno popular se ve en una difícil tesitura: se queda con el único argumento de la seguridad (desmontable comparando con el triduo de masificaciones santas: Cristo Negro, Virgen de la Montaña, san Jorge), pero no puede aparecer ante el voto joven, harto de una ciudad cada vez (para ellos) más aburrida, como los guillotinadores del festival Womad.

Mientras los más irónicos proponen la canonización del festival para que, llamándose San Womad, sea admitido por las fuerzas eternas de la ciudad feliz , un poso de tristeza queda en el fondo: al final, en esto del Womad y en tantas otras cosas, todo el problema se reduce a que los jóvenes beban sin que los veamos y sin que ensucien. O sea: destrozaos lentamente en el gueto del hípico, pero que nosotros no nos enteremos, por favor.