Abogado jubilado

Cánovas es para mi el corazón de Cáceres. El parque de Calvo Sotelo se convirtió en el centro de mis juegos, de mis primeros amores platónicos y de mis recuerdos de guerra, pues en los urinarios, que aún existen, teníamos el refugio que utilizábamos cuando la sirena anunciaba algún posible bombardeo. Recuerdo que una calurosa tarde de verano, atravesó el parque una especie de entierro rarísimo, era un piano negro que con dos vigas atravesadas, a modo de parihuelas, llevaban cuatro hombres. Los niños y niñas, que eran muchos, primero gritaron sorprendidos, y después alborozados. Yo no dije nada, estaba avergonzado y orgulloso. Era el piano de mi madre, que iba a su nuevo hogar. Desde aquella época, Cánovas se convierte en el centro de mis actividades sociales. Mi novia y futura esposa es de Cánovas. Viví en Cánovas 12 años. Mis tres hijos nacen en Cánovas y paseo a mis nietos y nietas por Cánovas. Como verán, Cánovas es para mí casi todo.