La mayoría de los servicios públicos municipales los prestan empresas con las condiciones fijadas en los contratos que se firman con el ayuntamiento. Este mes se decide sobre dos de ellos, el autobús urbano, el tercero en importancia tras el agua y la limpieza viaria, y la zona azul, que se renueva.

Los cambios que el ayuntamiento realizará en las líneas de los autobuses son puntuales, no entran en deficiencias básicas del servicio, como frecuencias de paso que se mantienen a horas en las que apenas hay demanda (con autobuses que circulan vacíos) y una tarifa incompleta (que un billete suba 10, 20 o 30 céntimos no es tan importante, sus usuarios no son los habituales, que una tarjeta mensual valga 29 euros sí lo es, por muchos viajes que se puedan hacer, cuando los usuarios son una familia con varios miembros, que viva alejada del centro y que sus circunstancias económicas no permitan acogerse a ayudas al transporte).

Salvo la implantación del billete de transbordo, los otros cambios son menores, mejoran situaciones puntuales (la entrada al Junquillo, un acceso más digno para el Residencial Universidad...) o retoman experiencias (como la línea de refuerzo a la Universidad Laboral) que antes no resultaron y cuya solución no tendría que venir solo del ayuntamiento, sino también de la Junta, la competente en Educación. Por eso la Mesa del Transporte ha servido de poco, salvo para cambios que mejorarán situaciones que son puntuales, al no entrar en el fondo de la configuración de la tarifa ni en la estructura de las líneas, que han sufrido tres modificaciones desde el año 2012 y además ya se cuenta con un plan director del servicio elaborado por la empresa que tiene la concesión del transporte urbano (Subus).

Por contra, la reordenación de la zona azul era necesaria. El actual estacionamiento limitado está desfasado, sin conexión entre unas calles y otras y apenas hay rotación. Pero intentar triplicar las plazas de una sola vez era excesivo, salvo que se haya tratado de lanzar un primer mensaje con la intención última de hacer un recorte de la propuesta para aún así acabar doblando el número de aparcamientos que hay ahora.

La actual zona tiene 800 plazas y en la aplicación de la limitación se es ahora bastante permisivo, se dejan superar las dos horas, pese a que es el tiempo máximo. Con la nueva concesión se pasa a 2.070 y se prevé que en el control no se sea tan flexible como actualmente, entre otras razones porque los costes de explotación serán muy superiores y la empresa no solo cubrirá los gastos, sino que también buscará un beneficio.

La ampliación permitirá que el espacio de la zona azul sea compacto, algo que ahora no ocurre. Sin embargo, se ha podido acometer por fases sobre todo teniendo en cuenta que el nuevo contrato durará diez años más otros dos de prórroga y que es una posibilidad que se planteará en el propio pliego, que prevé futuras ampliaciones o reducciones de las plazas.