Con tan solo 6 años hizo lo posible y lo imposible por salvar la vida de su padre, un arqueólogo cacereño que finalmente no pudo superar el infarto. Su madre, Ana Belén Galán, explicaba ayer a este periódico lo que ocurrió: «A su padre le dio un infarto y ella salió a buscar ayuda rápidamente. Yo estaba trabajando en un pueblo, porque aquí en Cáceres ese día era festivo. La niña salió a pedir socorro a los vecinos y como no encontró a nadie en el piso de abajo, subió de nuevo arriba. Al ver la situación en la que se hallaba mi marido dijo: ‘No, no me puedo quedar aquí’; volvió a salir y ya encontró a gente. Les explicó que su padre se había desvanecido. La chiquilla hizo cuanto pudo». El acto de la pequeña Sofía Domínguez Galán fue de tal heroicidad que ayer el cuerpo de la policía local le rindió un merecido homenaje coincidiendo con la festividad de su patrona, la Virgen del Carmen.

El padre de Sofía murió con 44 años, con toda una vida por delante, una mujer, una hija, y miles de proyectos que quedaron en el tintero. Pero la vida es esa montaña rusa que de vez en cuando te pega un zarpazo. Su madre no podía contener la emoción mientras hablaba con este diario. «Estoy muy contenta con este premio porque pienso que a Sofía le va a venir muy bien. Fue una muerte repentina y está siendo un trago muy doloroso para toda la familia. Nuestra hija lo hizo fenomenal», decía con una entereza que erizaba la piel.

Y es que el de ayer fue, sin duda, uno de los actos más emotivos de cuantos ha vivido la policía local en muchos años. La alcaldesa, Elena Nevado, lo presidió. La regidora tuvo palabras llenas de cariño hacia la niña, a la que definió como «pequeña gran heroína». Es increíble cómo reaccionan los niños ante circunstancias adversas. Sofía es una cría de ojos vivos y sonrisa amplia, de esas pequeñas que se te meten en el corazón, por su dinamismo, la forma que tiene de abrazar a los demás y ese movimiento de sus manos que parecen atrapar el mundo.

No es de extrañar que el salón de actos de la jefatura se fundiera en una sonada ovación cuando pizpireta, con su vestido de flores y su preciosa diadema, salió a recoger el galardón de manos de la alcaldesa, que se la comía a besos. «Siempre te quedará la satisfacción de haber sido valiente, de que no importa el resultado cuando las cosas se hacen con amor y con cariño», le transmitió Elena Nevado, quien insistió en que «a pesar de que no pueda darle un abrazo a su padre, la ciudad la abraza y le dice que es una valiente».

Sofía y Ana Belén ya tienen un motivo más de orgullo, ese diploma que desde ayer cuelga de la pared de su hogar y que es ejemplo inequívoco de que el amor a un padre siempre deja una memoria que nadie puede borrar.