La sede del periódico Extremadura, Diario Católico se subtitulaba, estaba en el palacio de la Generala. El lugar era muy frecuentado por muchos chiquillos y jóvenes de la ciudad porque en él estaban también las distintas secciones de la Acción Católica masculina. Allí aprendimos entre otras cosas a jugar al billar de tres bolas, al pin pon y al baloncesto.

El campo de deportes, un espacio minúsculo, también servía para jugar al fútbol pero a su vez era el paso del encargado por el periódico de fundir las letras con las que se componía por entonces la prensa. Era un hombre muy serio y riguroso que en demasiadas ocasiones acabó con nuestras pelotas de goma en la lumbre que atizaba en un cuchitril situado en un rincón. Por la tarde llegabas a casa y ya estaba allí el periódico. Solía destacar en su portada exhortaciones del obispo, noticias sobre Franco, actos políticos del gobernador civil y reseñas de la guerra de Corea. En páginas interiores no podía faltar León Leal Ramos, que lo mismo te recordaba sus tiempos de estudiante en Salamanca que te apremiaba al ahorro.

Muy seguida por los lectores era la sección de Ecos de sociedad en la que se daba cuenta de los viajes ( «Ha salido hacia Tornavacas para su veraneo...»), salud ( «Se recupera de su operación D...»), bodas («En la iglesia de san Mateo se celebró el enlace de la bella señorita...»), natalicios («Ha dado a luz un precioso niño la esposa de nuestro amigo D.») y éxitos («Ha aprobado las oposiciones de...») de los personajes más conocidos de la ciudad. La información local contenía los acuerdos del pleno del Ayuntamiento sin comentarios y la provincial los de la Diputación Provincial.

Todos ellos tomados por una unanimidad. Los deportes se centraban en los avatares del Cacereño, la vuelta ciclista a Francia y la primera división de fútbol. De entre todas las portadas que nos recuerda la exposición de Cánovas nunca olvidaré aquella en la que se daba cuenta de que Cáceres había sido nombrada Capital Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.