"Hola, me llamo Leire y tengo 7 años, y he sido buena, pero además he aprobado todo y ya me sé atar los cordones yo solita, sin mi mamá". Ante tales argumentos, el cartero real no tuvo más remedio que darle dos caramelos y prometerle que hará lo posible para que Melchor, Gaspar y Baltasar le traigan todos los regalos. Como Leire, cientos de niños guardaron ayer una larga cola en la plaza Mayor para entregar su misiva al mensajero real en su primera visita a Cáceres, invitado por la Asociación de Comerciantes Pintores-Monumental.

Y vaya comitiva. Más de quince personajes del grupo Alzaguán formaban el cortejo del emisario bajo los soportales del ayuntamiento. Los niños tenían que hacer varias paradas hasta entregar su carta. Primero les recibía el gran duende de la ilusión, sobre enormes zancos; después dos pajes que les escribían sus cartas con lápices gigantes; a continuación los duendes festivos que les invitaban a jugar; más tarde el duende supervisor, que ponía el sello en las misivas (ilusión concedida ); seguidamente las duendecillas bailarinas, del club de gimnasia Antares, que hacían auténticas piruetas sin descanso; por fin el cartero real en un trono elevado y flanqueado por sus pajes; y para terminar el duende habilidoso, que entregaba a cada niño espadas, flores, perros, arañas, leones y caballos de globoflexia.

El espectáculo comenzó a las cinco y media de la tarde. Poco después, la cola ya llegaba hasta la bandeja central, y el cartero, llamado Cristóbal y nacido en Guinea, seguía recibiendo a los niños. "Estoy realmente emocionado, mucho, muchísimo", señaló. Llegó Alicia, de 9 años: "Yo pido una Bratz y un maletín que es un bolso vaquero y viene maquillaje". Le siguió Irene, de 8 años: "Un futbolín porque a mí me gusta el Real Madrid". Después Javier, de 6 años: "Quiero el teatro de los Lunnis, el disfraz de Lucho (de los Lunnis), una marioneta de los Lunnis y el micrófono de los Lunnis". La lista de juguetes de cada niño era realmente amplia.

Durante la tarde se produjo un cortocircuito en el mercadillo navideño de la plaza, que obligó a cortar la luz de los puestos hasta su arreglo.