La iglesia de la Preciosa Sangre está en la memoria de muchos cacereños. Se iniciaron en el camino de la ciencia en el instituto, el ´isti´, y esperaban el comienzo de las clases en sus escaleras. Las múltiples escaleras que daban acceso al recinto sirvieron para dar el ´bati´, la novatada con la que se recibía a los ´pipis´, los nuevos. Los domingos era obligatoria la misa, pues don Casimiro tenía delegados que pasaban lista. Las chicas a las 10, los chicos a las 10.30. Cercana la Semana Santa había ejercicios espirituales. La iglesia, a media luz, se llenaba de serias advertencias sobre tu futuro. Por entonces pertenecía a los frailes llamados Búfalos. Había entre ellos un padre alemán, José, que no dominaba bien el castellano, en aquel tiempo español, por lo que su confesionario era tan frecuentado que gozaba de colas permanentes y numerosas. Le contabas tus pecados y por muy gordos y numerosos que estos fueran, siempre te ponía la misma penitencia: "Tges Aves Magías". Hoy, este templo está sometido a discusión. Una vez al año recibe una muestra excelsa de arte que no podemos dejarnos ir. Otros desean que sea la sede de una exposición permanente de arte religioso extremeño, cosa también importante. Habrá que hilar fino para encontrar soluciones satisfactorias.