Me refería el domingo a lo que es algo más que un rumor: el mal estilo que han tenido algunos en el PP al perder el ayuntamiento. En los actos que alzaron a Heras a la alcaldía se pudieron ver rostros adustos y escuchar palabras inadecuadas, de manera que lo de los papeles no sería sino una prueba más y eso es lo que se critica. Equivocadamente, creía yo que quedaba claro que no se acusaba de robo de documentos públicos pues en el texto no se habla ni una sola vez de latrocinios, ilegalidades ni de denuncias judiciales. Decía, como puede comprobarse, que esa no era la manera de hacer un relevo y menos en personas que se han pasado varios décadas presumiendo de cacereñismo.

Fruto de sus años de gobierno en los archivos de cada concejal habría sin duda papeles personales pero también proyectos, propuestas, comunicaciones y previsiones que probablemente hubieran servido a los concejales entrantes para ratificarlos, modificarlos o no caer en esos errores. Dejarlos allí y ofrecerlos era una manera de colaborar para mejorar la ciudad. Llevárselos, aunque la ley no les obligue a dejarlos, es criticable. Dejaba claro que yo no había estado presente ni de día ni de noche para constatar el traslado de los papeles sino que reflejaba las noticias procedentes de más de una persona que merecen toda la credibilidad. Como la merece Joaquín Rumbo cuando me llama y, a pesar de su indignación, con una corrección y trato exquisitos, muestra su disconformidad con lo publicado y asegura que él sí se ha ofrecido, y en más de una ocasión, para colaborar con el concejal sustituto. Y si Rumbo merece credibilidad, ¿por qué los otros no?

Lamento que la mala redacción del artículo haya dado pie a pensar lo que no hay. Haré ejercicios para mejorarla.