El abastecimiento de agua a la capital cacereña ha planteado problemas desde que se hicieron cargo de él los políticos y los técnicos. Antes, cuando sólo dependía de la naturaleza no había problemas. La gente se bastaba con fuente Rocha, Concejo, Fuente Fría... y el Calerizo. Pero el personal comenzó a bañarse, a ducharse, a utilizar lavadoras y alguien se acordó del Guadiloba, que el pobre no da para mucho. Ahora discuten los políticos sobre la ubicación de la nueva presa. Digo los políticos porque los técnicos, al menos los que escriben y hacen entrevistas, no discuten. Defienden el trasvase de agua desde Portaje por unanimidad. Y si lo dicen los técnicos... Sin embargo a mi me parece que todos están equivocados. Ni un nuevo embalse en el Almonte ni una canalización desde Portaje. La presa hay que hacerla en plena ciudad. Aunque no en la monumental, que no está el horno para bollos.

Vean lo que sucede cuando caen cuatro gotas. Las calles se convierten en avenidas de agua incontenibles. Cada pocos pasos te encuentras una balsa que ríete tú del embalse del Tajo. Los hay espectaculares, como la situada ante la sede de la Universidad Popular, en la calle Doctor Fleming. Porque la presa del Guadiloba no se llenará pero este embalse está a rebosar.

Las mismas aceras se convierten en recipientes colmados. Y hasta las baldosas recogen las aguas de lluvia, aunque con muy malas intenciones, pues luego te la lanzan a traición sobre los pantalones y zapatos.

Sin embargo, y pese a todo lo dicho, existe un lugar privilegiado. La presa debe hacerse en cualquier paso de peatones, especialmente en aquellos que tienen acceso para minusválidos, pues están colocados de tal manera que todo el agua que circule por la calle se detendrá en ellos. Cómo no se le habrá ocurrido a Andrés Nevado, con lo que sabe de embalses.