Puesto que en la pasada reunión de la ejecutiva regional de los socialistas nadie propuso que los simpatizantes pudieran votar en las primarias para elegir candidato a la alcaldía, como es el espíritu de los órganos federales, se van a celebrar las primarias buscando el apoyo de los militantes. ¿Por qué nadie lo propuso? Unos porque suelen lavarse las manos en estos casos, otros porque se las lavan aparentemente pues por bajo están maquinando, no faltan los que exhiben sus rencores y venganzas, y menos aún podían faltar quienes piensan que es más fácil que a su toque de corneta acudan muchos militantes a consagrar a su candidato, pues en algunos casos solo basta recordar privilegios concedidos.

No faltaron personas que estaban obligadas por sus anteriores palabras a presentar la propuesta, pero no lo hicieron, lo que no era una buena señal para posibles competidores puesto que les avisaba de que su decisión no era tan firme como prometían.

Como en todos estos casos se presenta una candidatura ‘oficial’, es decir, suscitada y apoyada por los órganos superiores, FSP mediante como es preceptivo desde años en la agrupación local, pese a que los interesados lo nieguen pues son conscientes de que hay muchos militantes que huyen del oficialismo, y que basan su esperanza de triunfo en la suposición de que los ciudadanos valoren positivamente la labor del actual Grupo Municipal Socialista.

Frente a ella ha surgido una candidatura inesperada, porque el candidato ‘in pectore’ de muchos era otro, que pretende reunir los votos que en las pasadas primarias municipales no apoyaron a Salaya y a quienes tienen por mala o al menos irrelevante su gestión en esta legislatura. Es lo que tenemos hasta ahora pues líneas ideológicas, proyectos, programas y otras condiciones que a cualquier ciudadano le parecerían imprescindibles para decantarse por uno u otro candidato parecen no contar en estos procesos. Sea quien sea el elegido la pregunta es: ¿depositarán los cacereños el futuro de su ciudad en manos de alguno de ellos?