La gran pérdida documental y patrimonial que viene sufriendo Cáceres desde tiempos remotos ha dejado sembrada de enigmas su historia antigua. La pieza del mes de enero del Museo de las Veletas, un escudo en piedra de la villa de Cáceres, en el que aparecen las armas de sus cuarteles cambiadas --león en el primero, castillo en el segundo--, nos permite desvelar uno de estos misterios.

El escudo no es incorrecto --como afirma la documentación del propio museo-- sino uno de los raros ejemplares del primitivo de la villa de Cáceres. Pedro Cordero Alvarado lo intuyó en 1991, cuando --al relacionar los dos escudos de la enfermería de San Antonio (siglos XVII-XVIII) con el que nos ocupa-- comenta: "Muchas parecen ya las equivocaciones... sobre las armas del concejo cacereño" (Cáceres en sus escudos y monumentos , página 100).

Alguna luz sobre el asunto puede arrojar el documento y croquis adjuntos, descubiertos por el investigador Antonio Sánchez Paredes, fallecido en 2003, cuya biblioteca y archivo extremeño --más de 20.000 fichas-- están a punto de perderse para Cáceres y Extremadura, por la habitual incapacidad de nuestra administración para valorar nuestra cultura. Actitud que debería corregir urgentemente una ciudad que opta a la capitalidad cultural europea en 2016.

Se halla el dibujo en el ejemplar menos manejado de un notable manuscrito --que Sánchez Paredes conocía a fondo-- de gran importancia para la historia local, en una época (siglo XVII) todavía rica en edificios y documentos hoy perdidos. Su testimonio gráfico incuestionable va acompañado de un texto que, actualizado, dice así: "La Casa de los Corregidores de Cáceres se edificó en tiempo de los señores Reyes Católicos. Tiene en la portada tres escudos que están aquí dibujados, que son las armas reales en el de en medio y en los dos de los lados las de la villa, las cuales les dio (sic) por armas propias para siempre jamás".

Como es sabido, este primer edificio (1502) de la casa consistorial se hallaba extramuros de la villa entre la torre del Horno y de la Hierba, en el Atrio del Corregidor, actual Foro de los Balbos. En el mismo emplazamiento se reedificó el segundo (siglo XVIII) --conocido por el grabador de Laborde (1808)-- en el que ya no figurarían estos escudos, por impropios, al haberse finalmente acordado dar preeminencia a Castilla sobre León.

Pero anteriormente no había sido así. Publio Hurtado (1915) y Floriano (1917) destacan el compromiso de la Reina Católica, ante la Puerta Nueva de la muralla, actual Arco de la Estrella, el 30 de junio de 1477, cuando jura respetar el privilegio de Cáceres por el que la villa no podría ser enajenada de la Corona de León. En las Ordenanzas del Concejo de 9 de julio, la reina manifiesta su voluntad de que se unifiquen los sellos de León y Castilla que utilizaba por separado el concejo y se haga un solo escudo en cuya mitad --no dice que sea en la primera-- haya "un castillo y en la otra mitad un león". El privilegio que acababa de jurar no planteaba problema alguno --Tanto monta, monta tanto-- al permanecer el reino de León unido al de Castilla bajo su control.

También Orti Belmonte lo señala en dos ocasiones (1951 y 1955): "Los cacereños, al amparo de su fuero de conquista, se consideraban vasallos del Rey de León, no del de Castilla", actitud que se mantendría largo tiempo en nuestra ciudad, como el mismo manuscrito antes citado corrobora: Cuando la villa de Cáceres conoce la muerte de Felipe II, por carta de su hijo, de fecha 26-IX-1598, se reaviva la controversia entre los regidores del ayuntamiento, relativa a "si en las armas que ha de llevar el pendón por esta villa se han de preferir y tener preeminente lugar el león o el castillo, que son las armas de la villa, por ser este lugar de fuero de León y conquista del Señor Rey Don Alonso y gozar de las preeminencias de tal".

Tal vez aquellos ediles tuvieran muy presente la contundente sentencia incluida en el antiguo fuero (1229) otorgado por Alfonso IX: "Y si este pleyto quebrantasen, que ellos y sus fijos y sus herederos sean traydores y malditos, con Judas traydor sepultados en el infierno".

El escudo de la villa ahora expuesto podría ser el que estuvo en la cabecera del Portal Llano --el llamado Capitalino-- realizado por Gabriel Pentiero en 1628, que --aunque en contrato figura como escudo real, según dato de Tomás Pulido (Repertorio de artistas , número 294) --es muy posible que el consistorio, que lo sufragaba, decidiera cambiarlo por un escudo de la villa. Por tal lo tiene Floriano (1950).

Así lo daba a entender también Boxoyo (1798) al indica que en 1720 --Hurtado lo adelanta a 1712-- se colocó allí el primer cuadro de la Virgen de la Paz sobre un escudo de la villa. Cuadro que fue sustituido en 1865 por el conocido de Rafael Lucenqui.

Cien años después --mayo de 1965-- al descolgarse el cuadro para una primera restauración, se retiró de allí el escudo, que sería depositado en el patio posterior del Palacio de la Cigüeña, para pasar en 1995 al museo.

Desconozco si cabría la remota posibilidad de que se sucedieran ambos tipos de escudo, según predominasen en el concejo los partidarios de León o de Castilla.

De cualquier modo, el actual escudo se impondría definitivamente a partir del siglo XVIII y tampoco sería inverosímil que por entonces se sustituyeran en los monumentos públicos, como el pilar de San Francisco (1577), los viejos escudos por otros actualizados.

Pero éste es uno de los secretos que guarda aún la historia de Cáceres, sobre los que --por el momento-- sólo cabe aventurar hipótesis.