La música electrónica hizo vibrar al hípico durante toda la noche de ayer. Lo hizo el recinto y las cerca de 3.000 personas, mayoritariamente jóvenes, que participaron de las 15 horas ininterrumpidas de música techno que se ofreció en la que fue la primera edición de Extretech.

Organizado por La Mezquita club , de los hermanos cacereños Morejón, se trata, en palabras de Joaquín Morejón, de uno de los festivales "más ambiciosos de la Comunidad extremeña", que ha nacido "sin escatimar esfuerzos y dinero para dar lo mejor, en todos lo sentidos", algo que prueban los 75.000 euros que ha costado organizar tanto este evento como el que ofrecieron la noche anterior, el concierto de La Fuga (crónica sobre el mismo en la página siguiente).

Y es que la pretensión, reconocieron los hermanos Morejón a este diario, es conseguir que el resultado de Extretech "sea importante y nos motive para seguir celebrándolo". Y es que el deseo de los organizadores es que este festival que dio anoche su primer paso llegue a convertirse en un referente en este tipo de música y sea una cita anual obligada para sus aficionados.

Para lograrlo calidad, tanto en los participantes como en la infraestructura, no ha faltado en su primera edición.

Lo que vendía la organización, un cartel "que no tiene desperdicio para los fans de los ritmos más duros", lo demostrarían sobre el escenario los maestros británicos James Ruskin y Regins, que fueron los cabezas de cartel con una sesión combinada de cuatro platos; Alan Somerville; y otros reconocidos artistas madrileños, como Bando, Oscar Mulero o Cristian Varela, sin faltar los locales, como Javi Bici, Pablo Guadalupe, Joton, J. Leyend, Rubén Serrano o Dj Puas, que fue el encargado de abrir, poco después de las siete de la tarde, las quince horas de "disfrute musical y vibración".

En una carpa de 2.000 metros cuadrados acondicionada para la ocasión (en la zona del hípico donde se instala desde julio a octubre la pista de verano), con 60.000 watios de sonido electro-voice, 40.000 watios de luces, laser, iluminación robotizada, pantallas audiovisuales..., controlado todo por unas 60 personas (de seguridad, camareros...) los aficionados, llegados tanto de diferentes localidades de Extremadura, como también de otros puntos de España, como Salamanca, Segovia o Córdoba, vivieron toda una noche de fiesta, música y diversión.