Escribía León Leal sobre el Principal que «fue aquel teatro de entrada no muy angosta con grandes puertas de madera (que se abrían hacia fuera y estaban pintadas al exterior de color encarnado con friso negro), muy apañadito, con salida para su desahogo a un patio en que algunas veces se ponían mesas para refrescar. Me recordó siempre, hecha abstracción de la diferencia de tamaño, al teatro Lara de Madrid (…) Tenía un bonito patio de butacas, cercado por una elegante andanada de plateas, otra, análoga, de palcos encima, y unas no estrechas galerías para el gallinero. Era el teatro preferido por las familias de la buena sociedad cacereña, de la que ahora llamamos gente bien, y muy a propósito por sus buenas condiciones acústicas para compañías de versos, dramas, comedias y sainetes, que eran las que solían abrir un abono por diez o quince funciones, a lo sumo, principalmente en épocas de ferias». Una descripción que nos acerca al primer teatro que tuvo Cáceres, el más longevo de todos los construidos hasta la fecha y el más completo de cuantos han existido en la ciudad.

El viejo edifico donde estuvo el Principal ha sido adquirido recientemente por el consistorio cacereño para liberarlo del abandono y la ruina que se habían apoderado de este peculiar espacio. El teatro fundado por un catalán, que inició su andadura teatral en 1802, había de convertirse en el lugar de peregrinación de artistas de todo pelaje que durante más de un siglo trasladaron a Cáceres el espectáculo teatral. Por su escenario han desfilado los mejores de su tiempo y otros que nunca alcanzaron estrellato alguno. Este edifico ha estado presente en la evolución del mundo del teatro y de la propia ciudad, desde principios del siglo XIX hasta su venta al obispado cacereño en 1924. Un extenso periodo histórico del cual sería nuestro teatro Principal un testigo de excepción.

Recuperar un teatro es reavivar su memoria, descubrir que ocurrió bajo su techo y proyectar ese conocimiento hasta el tiempo presente, en consonancia con su pasado, con su historia personal. El Principal necesita ser recuperado como parte del equipamiento cultural de la ciudad, como lugar para las artes escénicas y musicales que fraguaron su historia, la de un teatro de drama, baile y sainete en el que la magia, la música, la copla, o la zarzuela protagonizaron su programación durante 123 años seguidos.

El Principal era aquel teatro situado entre la calle Peña y la Plaza de los Peces, al que los cacereños llamaban «el de los catalanes», el teatro donde se llegó a cantar, por decreto, el himno de Riego, el lugar donde se representó la primera ópera en el Cáceres de 1851, el teatro en cuyo interior dominaba una densa atmósfera de humo cuando sus palcos, bancos y plateas se llenaban de exigente público. El teatro que durante sus primeros 85 años de vida no tuvo nombre. Este coliseo quiere volver a sus orígenes y para ello nada mejor que rescatar su pasado. Esperemos que pronto el viejo Principal vuelva a prestar sus servicios a la ciudad que lo ha adquirido como suyo y para siempre.