Aproximadamente 30 locales de alterne se encuentra distribuidos por la provincia cacereña. Se trata de clubs, que funcionan casi siempre como hoteles o cafeterías, en los que trabajan unas 150 mujeres, casi todas ellas extranjeras, la mayoría procedentes de países suramericanos, del Este europeo y de Africa. Estos locales suelen ser objeto de periódicos controles policiales, con los que se trata de evitar que en ellos se emplee a menores o a mujeres sin permisos de residencia y trabajo.