Profesor

Estamos disfrutando de un puentecillo. Porque este año el puente de la Inmaculada es más pequeño de lo habitual. Al menos para los funcionarios. Como éste afecta a todo el personal, las consecuencias serán espectaculares, pues pese al mal tiempo, todo el mundo tiene proyectado un viaje. A cualquier parte. Porque estos días son muy oportunos para visitar una parte de nuestra región de las que no han hablado maravillas, pero que no conocemos porque siempre siempre vamos a la playa. Y así hay quienes conocen las Hurdes, el Valle del Jerte, la Vera, Sierra de Gata o las Villuercas. Tampoco está mal darse una vuelta por Madrid, que además ya tiene sus calles adornadas para la próxima Navidad y en El Corte Inglés hay siempre aquello que no encuentras en otro sitio.

Cabe suponer que la Covatilla concita la atención de muchos que no pueden llegar hasta Andorra. No sabemos si otros visitarán Córdoba para comprobar si tenemos más monumentos que ellos y por lo tanto posibilidades de superarles en la carrera hacia la capitalidad cultural. Otros muchos acudirán a Portugal y sobre todo a Elvas. Porque Elvas forma parte del imaginario cacereño y es un almacén en el que abastecerse de sábanas, toallas, servilletas y batas de baño. Y de paso, bacalao a la dorada y una mariscada. Porque si vas a Elvas y compras todo lo que debes comprar pero no comes el bacalao y la mariscada no eres nadie. Como si te quedas aquí, que no encuentras a gente suficiente para jugar al mus. De manera que, vayas donde vayas, encontrarás a muchos cacereños. Excepto si te da por ir a Irak, claro.