Es rubia y tiene los ojos muy, muy claros, pero aun así sobrevive en un mundo de pelos oscuros y pieles morenas admitiendo su diferencia con total naturalidad, como el que no quiere la cosa.

Es imposible no dejarse llevar por su sonrisa, siempre dibujada en su boca, pero sobre todo en sus ojos, tan, tan claros, tan, tan azules que, si los miras muy de cerca, te transmiten sosiego y tranquilidad, como el que mira las nubes que se alejan despacio. Como tiene la piel tan blanca, sufre los rigores del sol desde siempre y mitiga sus molestias con paciencia y sonrisas y unas cuantas dosis de crema, por si las moscas.

A pesar de las diferencias de edad, de ideas y de postizos -ahora te vas a igualar, ¡quién te lo iba a decir! -, es feliz entre «rojos» y «giles», afirmando siempre su condición de miembro del clan. Hace seis meses se encontró un bulto en el pecho y, desde entonces, ha acudido puntualmente a inyectarse su dosis correspondiente de veneno sin perder la sonrisa, como siempre. Ha aprovechado para aprovisionarse de vistosos pañuelos de colores que anuda a su cabeza con estilo, con elegancia, a la espera de recobrar su rubio cabello original. Apenas reflejado en su rostro la marca del tratamiento, sus facciones avanzan hacia la madurez sin abandonar un rictus juvenil que acaso se ocupa de mantener su sonrisa franca e insistente.

Terminado el tratamiento inicial, le han quitado los dos pechos, y aunque se los han reconstruido en el mismo acto, lo que ha servido para bromas y chanzas respecto a su forma y tersura, no deja de ser una agresión controlada a su feminidad… pero sigue sonriendo.

Y así, aunque ahora no puede abrazar a sus hijos de nueve, seis y cuatro años porque pueden estropearle el postoperatorio, no deja de sonreír mientras te cuenta lo bien que va todo y lo mejor que irá en el futuro.

¡Qué grande! No sé qué pensará usted, pero yo creo que María, como todas las mujeres que se encuentran en esta situación, hacen más por los derechos y la dignidad de las mujeres que esas payasadas llenas de eslóganes y frases huecas que tan a menudo vemos en los medios de comunicación. Así que, para que conste, ahí va nuestro aplauso y nuestra admiración. ¡Sois grandes!