Cáceres es una ciudad paradójica y esquizofrénica. Sólo en la ciudad feliz se organiza un acontecimiento de primer orden y se prefiere que no venga gente. Porque la aspiración del Womad de Reading, de Adelaida o de Sri Lanka es tener miles y miles de espectadores, pero el objetivo del Womad de Cáceres es tener cuanto menos gente, mejor.

La ciudad feliz no es siempre así. La Semana Santa se presenta en Castelo Branco o en Sevilla para conseguir que Cáceres reviente de turistas. Cada año se llevan nuevos productos publicitarios a Fitur esperando atraer nuevos visitantes y si aumentan en un mínimo porcentaje, se presenta como la noticia del año. Pero llega el Womad y es todo lo contrario.

Los hippies maduros

Lo del festival de este año es de traca: se ha reducido a la mínima expresión, dos días entre semana, para que no vengan masas. Pero así, las únicas masas que no faltarán serán las del botellón , que se suelen tomar las vacaciones cuando les peta, mientras que el turismo de hippies maduros, que trabaja durante la semana y llena los hoteles sábado y domingo, esta vez se quedará en casa.

Los estudiantes de Madrid, Badajoz, Sevilla y Salamanca seguirán acudiendo porque no les importa perder un par de días de clase, pero los cacereños que trabajan en otras ciudades y los extremeños, madrileños o andaluces con posibles, que sólo pueden venir el fin de semana, se quedarán sin Womad y Cáceres sin su dinero.

Eso sí, el cacereñismo feliz está de enhorabuena: este Womad será el más localista de la historia y podrás ir a la plaza y conocer a casi todo el mundo. O sea, como cuando bajan san Jorge o la Virgen, pero cambiando al dragón por Saif Keita y el loor a María por el olor a maría .

Por lo demás, lo que se va conociendo del festival parece interesante. Comparando los programas, tiene más calidad que el de Madrid y, desde luego, el cambio de escenario puede ser muy positivo. Afortunadamente, se acabó el abrevadero del hípico y el festival cacereño puede consolidarse como el Womad medieval frente al Womad lacustre de Madrid y el playero de Las Palmas: tres escenarios diferentes en el país más womero del mundo.

En Madrid, el ayuntamiento ofreció a la organización Womad celebrar conciertos en la plaza Mayor y en el Retiro, pero se rechazó porque se prefería la explanada contigua al lago de la Casa de Campo, un escenario parecido al fluvial de Reading en Inglaterra. En Cáceres, lo del hípico era un escándalo y lo de llevar los conciertos a la plaza de toros, una blasfemia para un festival con las raíces culturales del Womad.

Sea como sea, este Womad será clarificador y significativo. Sabremos si el retorno a los orígenes monumentales funciona. Descubriremos si el botellón acaba definitivamente con el festival. Certificaremos si Cáceres es capaz de montar un eficaz dispositivo de seguridad, limpieza y servicios. Calcularemos si los beneficios hosteleros superan a los de Semana Santa, como sucede otros años, o si la reducción de fechas deja menos ganancias.

Sólo durante el Womad aparece Cáceres en los periódicos regionales de España y en los telediarios. Sólo en estas fechas se multiplican por diez los servicios de Auto Res. Para muchos jóvenes españoles, Cáceres no es como Teruel y existe gracias al Womad.

Pero parece como si la ciudad feliz se avergonzara de ser conocida por un acontecimiento tan heterodoxo y prefiriera ser famosa por su festival de coros y danzas o su certamen de cornetas y tambores. Qué le vamos a hacer: por mucho que nos empeñemos en ocultar el Womad entre semana para que nadie se entere, resulta que es el momento en que la ciudad feliz parece más atrevida, cosmopolita y atractiva. Habrá que fastidiarse y ser modernos a la fuerza, aunque sólo sea un jueves y un viernes.