K12 trae de cabeza a la policía local y a los equipos de limpieza. Esta firma es la que más se prodiga en paredes, escaparates y todo tipo de mobiliario de la ciudad. "Está en todas partes", asegura Jesús Morán, responsable de Operaciones de Conyser. "En una ocasión, a los pocos minutos de limpiar una de sus firmas, volvió pintarla", relata. En el 2003 la firma más terrorífica era Ruaca .

Los nombres de guerra de los graffiteros son las pintadas más frecuentes, también las más fáciles y rápidas de hacer con el aerosol. Es una reafirmación de identidad juvenil criticada por otros dibujantes callejeros.

La pintada "No more signs, more art!! (No más signos, más arte) que puede leerse en la calle Parras es un ejemplo de ello. Algunos graffiteros reivindican poner freno a tanta rúbrica ensuciaparedes . Está claro que son los pocos. De hecho, la asociación de graffiteros Urban Art, que nació en el 2004 con la sana intención de mejorar la imagen de la ciudad y del colectivo, ha dejado ya de funcionar.

En los años 70 y 80, los graffiti fueron las voces de la calle. Las paredes gritaban entonces el sentir de la gente joven, consignas casi siempre contra el poder establecido o dibujos llenos de color y significado que llegaron a valorarse como una expresión artística más. Una muestra de eso puede verse en la ciudad en las paredes exteriores del colegio Giner de los Ríos y de la Ciudad Deportiva, los dos únicos lugares autorizados para graffiti .

El resto se califican de ensuciaparedes en los que escasea el mensaje, aunque tampoco faltan: El fascismo se cura leyendo (calle Gran Bretaña). El mensaje podría ser ilustrativo, pero en otra pizarra.