"Hay más peleas en el botellón los sábados que entre grupos radicales". Así resume un investigador policial la incidencia de los grupos de idelogías ultras en Cáceres y que el comisario de la Policía Nacional considera "minoritarios".

La Policía Nacional calcula que poco más de 50 personas están integradas en la ciudad en estas agrupaciones de corte radical. Las Brigadas Antifascistas (BAF), de la extrema izquierda, estaban ampliamente significadas en la concentración del jueves. Al otro lado, en la extrema derecha, se ha detectado la actividad de pequeños grupos afines a Juventud Nacional Revolucionaria (JNR) y la Acción Juvenil Española (AJE).

Algunos de los manifestantes antifascistas del jueves se refirieron a Democracia Nacional como la organización a la que supustamente estaban afiliados los cinco jóvenes ultraderechistas que intentaron boicotear el acto de protesta e incluso que utilizaban como punto de reunión un local en la calle Barrionuevo.

El delegado de Democracia Nacional en Extremadura, Alejandro Velez, desmintió ayer dicha afiliación de los cinco jóvenes. Velez aseguró que en Cáceres su organización no tiene ni un solo militante ni sede y apuntó que, en cualquier caso, sus miembros no protagonizan contramanifestaciones porque serían expulsados. "Nosotros actuamos dentro de la legalidad y no hacemos violencia callejera", concluyó.

Lo que demostró el encaramiento del jueves de los dos bandos es que entre ellos se conocen. Algunos antifascistas increpaban y amenazaban a los ultraderechistas usando sus nombres de pila. "Frecuentan los mismos bares y se mueven por las mismas zonas. Alguna vez se han producido roces y peleas aisladas, pero nada alarmante. No tenemos actividad violenta de este tipo en la ciudad", aseguraron fuentes policiales, que achacan al trágico suceso de Madrid del fin de semana pasado que haya un ambiente "tan caldeado".

Bares del entorno de las plazas de Santo Domingo o la Concepción son sedes habituales de estos grupos, que utilizan internet como principal forma de contacto. La mayoría son muy jóvenes, de entre 16 a 22 años. Clara, una joven cacereña antifascista que prefiere mantenerse en el anonimato, declaró el jueves que habían detectado mayor movimiento de grupos ultraderechistas captando afiliados en institutos.

La policía no comparte este extremo y sostiene que la presencia es mínima desde hace años, dejándose notar más por las pintadas en las paredes que por cualquier otra actividad.