"Cáceres necesita avanzar en muchos aspectos. Muchos jóvenes nos marchamos buscando nuevas experiencias y oportunidades que no nos ofrece nuestra ciudad, creo que en parte es una ciudad sin vida para la gente joven, monótona, sin muchas opciones para hacer en un día. No digo que no se organicen eventos, pero creo que deberían escuchar lo que la juventud quiere y no imponernos un modo de vida. Espero que a la vuelta me sorprenda", explica Beatriz Romero a este diario.

Esta joven cacereña se ha marchado este año a Budapest (Hungría) con una beca Erasmus para estudiar Veterinaria, pero echa mucho de menos su ciudad a la que tiene claro que volverá pronto: "solo necesitas un día para darte cuenta, aquí todo es antiguo, el metro, el tranvía, los autobuses, incluso en la moda hay diferencia. En España, y en Cáceres, te encuentras con más facilidades y con el calor de la gente. Desde fuera echo de menos hasta la comida de mi madre", comenta entre risas.

Estudió en Las Carmelitas y reconoce que su infancia aquí ha sido muy feliz: "recuerdo los famosos cumpleaños en el Cúcara Mácara, y el Prepárate como no me invites , el Tírate de la moto y la comba en Cánovas". Pero sobre todo se acuerda con melancolía de los cumpleaños de su abuelo, "cuando íbamos a comer en familia y mi madre me ponía guapa, con los vestidos que ella me hacía, era un momento muy especial".

Lo que más le gusta de Budapest, su nueva ciudad, es que tiene "una gran avenida cultural, muchos eventos, fiestas, mercados, la famosa ópera, los teatros...". Sin embargo, cuenta que "según te vas alejando, también encuentras la doble cara de lo que no es el centro, una ciudad más vieja y descuidada, más oscura, con mucho indigente y gente buscando entre la basura, en Cáceres no ves esta oscuridad tan cerca de sus calles", subraya.

"Echo mucho de menos Cáceres y a mi gente, por eso me he traído fotos para recordar mi ciudad. De esta manera veo sus calles, mis amigos y nuestros momentos".