La transformación del núcleo chabolista del Refugio, en el barrio de San Blas, en una nueva zona con viviendas protegidas, parque y el centro de recepción para turistas ya es una realidad. La simbólica inauguración ayer de una de las calles del residencial con el nombre de José Reveriego, el que fuera párroco de San Blas desde 1959 hasta 1998, a cargo del alcalde José María Saponi supone la recuperación de un espacio degradado en el que hasta hace menos de una década convivían familias gitanas en un descampado.

Saponi, acompañado en el acto por cuatro concejales del equipo de gobierno --Santos Parra, Basilia Pizarro, José Luis Sánchez y Luis Martín Buenadicha--, el obispo de la diócesis Coria-Cáceres Ciriaco Benavente y numerosos vecinos, hizo hincapié en este aspecto al destacar que "hace unos años nadie podía concebir que este espacio, que estaba ya agotado en cuanto a posibilidades urbanísticas, se pudiera convertir en un barrio moderno". El cambio radical de la zona es un hecho como demuestran las 95 viviendas protegidas, de las que ayer se entregaron 60 de la primera fase a sus propietarios con un precio que ronda los 72.000 euros, construidas por la empresa Santano y subvencionadas por la Junta. Las 30 restantes están previstas para mitad del 2007.

Aunque aún falta por recepcionar la totalidad de la urbanización, Saponi adelantó que en "uno o dos meses" el centro de interpretación turístico del Refugio podrá estar abierto a disposición de turistas y vecinos. El edil remarcó que San Blas "ya es una barriada totalmente integrada en la ciudad" e incidió en que ha cumplido con el compromiso de "encardinar los barrios que estaban descosidos y, de alguna manera, aislados. San Blas parecía muy lejos de la plaza Mayor y hoy está a un paso".

Asimismo, aprovechó para glosar la figura de José Reveriego, primer párroco de San Blas. "Entregó toda su vida a este nuevo lugar", afirmó el regidor, que recalcó que la urbanización tiene viviendas "para jóvenes, nuevas familias, de coste económico y que se han hecho gracias a una buena promoción".

EDIFICIO ANTIGUO En la zona, por encima del resto, destaca el mantenimiento del edificio del Refugio en un parque junto a los bloques de viviendas que ha supuesto un importante desembolso económico, según Saponi: "Hemos hecho un gran esfuerzo porque mantener un recuerdo bélico para fines culturales no se entendía bien, incluso había que haberlo derruido".

En este sentido, incidió en la importante colaboración de la Fundación Valhondo para que el ayuntamiento haya podido realizar inversiones en ese entorno. "Va a ser una realidad cultural significativa", añadió.

Pero el momento más emotivo de la jornada de ayer en San Blas se vivió con el descubrimiento de la placa de la calle dedicada a José Reveriego que, ayudado por sus familiares, recordó ante sus vecinos --sigue viviendo en el barrio-- los tiempos difíciles de la parroquia y el trabajo al frente de ella. "Unos días tienen su cruz y otros su gloria", dijo.

Con 79 años y nacido en Malpartida de Cáceres, Reveriego fue el alma mater de la fiesta de los Santos Mártires. Ayer muchos recordaban su afán en la venta de roscas con destino a los gastos de la parroquia. Flanqueado por el obispo y el alcalde, también tuvo tiempo para reafirmar "su amor a la parroquia", que alternó con el cargo de delegado diocesano de Obras Misionales Pontificias hasta 1989.

Entre otras responsabilidades, ejerció de consiliario de la Junta de Protección de la Mujer desde 1968 a 1977, delegado de Cecade, examinador pro-sinodal, teniente arcipreste y vicearcipreste del arciprestazgo de Cáceres, notario de la Curia Diocesana y del Tribunal Eclesiástico.