Quiero dirigir esta carta a mucha gente y espero hacerme entender bien, porque de lo que voy a hablar nos afecta a todos. Estoy harto de verdades a medias y mentiras consentidas. El Servicio de Extinción y Prevención de Incendios de la Diputación Provincial de Cáceres tiene en su propia esencia, al igual que los bomberos de cualquier otro lugar, unas peculiaridades que le hacen diferenciarse del resto de los demás servicios prestados por la diputación: manipulación de todo tipo de sustancias, trabajo en condiciones de estrés térmico en incendios y accidentes de tráfico, vivencia de situaciones depresivas... Por lo tanto, es lógico pensar que en los conceptos de peligrosidad, penosidad, turnicidad, etc., etc., nuestro colectivo deba tener una diferencia sustancial con el resto de los trabajadores de la institución provincial, quienes, estoy seguro, se merecen también mayor valoración de sus puestos de trabajo.

Por otra parte, la reducción de la jornada laboral firmada a nivel nacional por todos los sindicatos y la Administración, ha hecho que los servicios que tienen que trabajar las 24 horas del día los 365 días del año (bomberos, sanitarios, policías, etc.), vean mermados de efectivos sus turnos de trabajo, sin que nadie quiera hacer nada por evitarlo.

De hecho, durante los meses estivales, la plantilla del Sepei queda bajo mínimos, siendo éstos aproximadamente la mitad de otro mes cualquiera. Sepan ustedes, conciudadanos, que en Coria o Navalmoral tienen que asistir a un accidente de tráfico a veces, tres o cuatro bomberos. ¿Les parece suficiente personal para un accidente tipo en el que puede suele haber involucrados dos vehículos con dos heridos?

¿Saben ustedes qué sentimos cuando, por ejemplo, tenemos que ir a rescatar de entre los hierros de un vehículo a una persona que ha tenido un accidente de tráfico en Valencia de Alcántara, o a un incendio de vivienda con personas atrapadas en Miajadas? No lo saben pero yo se lo voy a decir: una mezcla entre impotencia, miedo y desazón; porque sabemos que tardaremos casi una hora (60 eternos minutos) en llegar al lugar y que debemos ir lo más deprisa posible aún con agua o niebla. O cuando vamos, también desde Cáceres a la N-V, donde tardaremos unos 45 minutos. Intenten ponerse en el lugar de la persona que está atrapada en su vehículo o viendo a un familiar atrapado en él, y cronometren sólo 30 minutos. Los tiempos de respuesta que tiene nuestro servicio son simplemente inadmisibles. Del mismo modo, nos sentimos infravalorados, infrautilizados y despreciados por aquellas personas que nos dirigen y que marcan sus prioridades, las cuales, muchas veces no son las que nosotros vemos con nuestro trabajo diario.

Sin embargo, nadie dice nada al respecto, ni alcaldes, ni empresarios, ni ciudadanos. Y somos los bomberos los primeros, los sindicatos, los alcaldes y los ciudadanos quienes deberíamos exigir que el Sepei tenga el rango de servicio de emergencia que se merece, que tenga el número de efectivos mínimos de acuerdo al trabajo que representan, que su formación sea específica y diferenciada y que por ello cobren lo que deben cobrar, porque del mismo modo, se les va a exigir al trabajar. Para qué queremos ser capital europea de la cultura, para qué queremos tener AVE, autovías e industrias punteras, por qué queremos aparentar que somos muy modernos, si el emblema de la seguridad hace aguas.

Qué conocimiento sobre un servicio de bomberos puede tener alguien que dice que va solicitar que los efectivos del Plan Infoex (preparados para incendios forestales única y exclusivamente) desempeñen la labor de los bomberos en huelga de hambre. Diga usted señor presidente, que el colectivo de bomberos le había presentado una propuesta en la que estaban dispuestos a hacer concesiones de horas, cambios de turno de trabajo en verano, etc., etc., con el objeto, no de mejorar nuestro servicio, sino de colocar el mismo en el nivel de calidad que tienen otras provincias españolas.

Le pido que haga un ejercicio de empatía, pero no poniéndose en el lugar de los bomberos, sino de aquellos ciudadanos que nos pueden necesitar un día y que necesitan y deben saber, que les va a atender un servicio de prevención y extinción de incendios con mayúsculas. Dejémonos ya de fanfarronadas del tipo "de aquí no subo". No piense que por haber metido el zorro en nuestro gallinero, éstas van a salir volando. Al contrario, es usted un mago: ha convertido las gallinas en águilas. No le quepa duda de que la razón no está al 100% con nosotros, pero la forma en que nos han tratado y nos tratan ha hecho que se justifiquen las medidas de protesta que estamos llevando a cabo.