En Ecuador se les conoce como chamberos. Rebuscan entre la basura de los vertederos incontrolados e intentan sobrevivir con lo que recogen cada día. Más de dos millones de personas hacen lo mismo en otros países de Latinoamérica. Cartón, hierro o plomo. Cualquier residuo les vale, expuestos a los problemas respiratorios que les causa el gas metano y, lo que es peor, al círculo de la pobreza que les atrapa de por vida: padres marginados y niños sin escolarizar.

La diputación colabora con la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y cuatro municipios ecuatorianos --Pallatanga, Cumandá, Chillanes y Bucay-- para tratar de erradicarlo. Durante el próximo verano se terminará de construir el primer vertedero controlado que dará cobertura a una población de 50.000 habitantes de esta zona pobre del centro del país. Con una inversión de 400.000 euros, la institución provincial presta asesoramiento en la ubicación, construcción y el cumplimiento de la normativa ambiental.

Condiciones y normas

A este recinto podrán incorporarse los chamberos, pero con una gran diferencia: se creará una empresa pública para la gestión del vertedero y se aprobará una ordenanza municipal para regular la incorporación de las familias. Se les exigirán unas condiciones de salud, ropa adecuada, la obligación de ducha y revisiones médicas. A los niños se les prohibirá la entrada y trabajadores sociales vinculados a esta empresa pública se harán cargo de que acudan a centros escolares.

Manuel Sánchez, coordinador del área de Cooperación Internacional de la diputación, precisa que los padres también tendrán que constituir microempresas para poder seguir recogiendo residuos en el vertedero. En la actualidad, una decena de familias acuden a los incontrolados y pueden ganar una media de 120 euros con lo que recogen. El 17% proceden de la mano de obra infantil.

Este proyecto pretende reducir los perjuicios de trabajar entre residuos mediante un reciclaje ordenado, un mercado asesorado y mejores condiciones para los padres y sus hijos. Sánchez subraya que estos niños se van haciendo mayores en los vertederos, con edades que oscilan entre los cuatro y 17 años. Cerca de medio centenar podrán ir a la escuela gracias a este proyecto conjunto.

La mecánica es simple: cuando el camión acaba de descargar los residuos en bruto, los chamberos empiezan su trabajo separándolos. Con lo que logran, acuden al mercado para venderlo y sobrevivir. "Europa no conoce este problema. A Tailandia y Africa ni siquiera ha llegado", añade. En Ecuador es un ejemplo real de pobreza.