El riego a presión que se realiza periódicamente en las calles cacereñas no puede aplicarse a la ciudad monumental, porque sus efectos dañarían el empedrado histórico. Esta es la explicación que reciben los vecinos de la parte antigua cuando insisten en que sus calles están sucias. "El barrendero recoge los papeles, pero las defecaciones, los chicles y otros residuos pegados al suelo no se limpian nunca, salvo cuando llueve, y generan olores, manchas y un aspecto poco acorde con un conjunto Patrimonio de la Humanidad", explican.

La asociación de vecinos ha recibido varias quejas al respecto. Algunos afectados aseguran que la empresa Conyser, concesionaria de este servicio, también aduce que no existen bocas de riego en la zona, "aunque hay que reconocer que acude en cuanto se lo pedimos". Sea por el empedrado o por la falta de infraestructuras, "lo cierto es que el ayuntamiento podría estudiar otros métodos para mantener limpia la zona; hay muchos avances y el entorno lo merece", indican.

Según los residentes, Conyser sí riega a presión las zonas más transitadas, como Santa María, San Jorge o San Mateo "y 50 metros a la redonda, pero el resto de las calles nunca ven una manguera, salvo en el Womad, el Mercado Medieval y similares".

La peor parte se la llevan las plazas de Santiago y el Socorro, donde las defecaciones de perros se multiplican. Otras calles muy frecuentadas, como Tenerías, Caleros y Gallegos, "no se limpian nunca o en raras ocasiones", al igual que la Cuesta de Aldana.