La calle Roso de Luna, una de las vías comerciales más características en la historia de la capital cacereña comienza a recuperar el volumen de actividad del que gozaba hace solo unos años. La apertura de hasta tres nuevos negocios en apenas un mes, como La nena de la maleta, La tiéndula o Cay Ville, están impulsando nuevamente a un asfixiado pequeño comercio cacereño. En total, la calle cuenta con 15 negocios en funcionamiento en la actualidad, aunque también existen tres locales cerrados, disponibles para alquilar.

Los propietarios más veteranos de la vía agradecen enormemente esta situación, ya que consideran --si los nuevos comercios consiguen la estabilidad necesaria-- que la ampliación de la oferta repercutirá directamente en el volumen de paso de peatones por la calle. "Las nuevas aperturas le da mucha vida a la calle y, aunque puedan traer competencia, si atraen a más gente al final es bueno para todos. Que abran tiendas distintas o similares a la tuya es positivo. El local de aquí al lado lleva cerrado más de tres años, como muchos otros hasta hace poco, y eso hace que la calle se quede muy oscura, lo que 'espanta' a los clientes, que piensan que no hay nada", comenta Rubén David Peña, dueño de Lulasónica, tienda de vende merchandising de cine y televisión desde que abrió en 2006.

La dueña de Baba Yaga, una librería infantil que realiza también cuentacuentos gratuitos los sábados a las 12.00 horas, inauguró hace dos años, cuando la situación no tenía nada que ver. "Miré otros locales, pero cuando yo estudié aquí --Roso de Luna-- era una calle comercial que me gustaba mucho. Cuando abrí estaba muerta pero aposté por ello. Me parece que está muy bien situada y el local también me gustó. Era amplio y bien distribuido", desvela Rocío Mellado, para quien también la puesta en marcha de nuevos establecimientos es una gran noticia. "Ahora mismo la calle está mucho mejor que hace dos años, incluso noto que viene más gente. Siempre que surjan nuevos comercios es bueno. La gente no va a un bar que está solo, prefieren una zona con ocho restaurantes. Lo mejor es que haya muchas tiendas y varias opciones", defiende.

Loli Segador, dueña de BordArte, abrió en 2007, coincidiendo con los últimos coletazos de la buena época comercial. "Cuando llegamos todos los locales estaban en funcionamiento, luego fueron cerrando y hubo un paréntesis que nos llegamos a quedar cuatro gatos. Ahora --la calle-- está recuperando un poco el viejo espíritu. Además, los

nuevos propietarios son gente joven, algo que viene bien porque traerán nuevas ideas y refrescarán la imagen del centro, que tiene que recuperar la vida que ha tenido siempre", apunta.

POCA ILUMINACION No obstante, aunque la calle está recuperando el tirón comercial, cuenta también con algunas cuestiones a mejorar. Una de ellas es la iluminación. "A partir de que cae el sol, desde por la tarde, la iluminación es muy mejorable. Aportamos más luz los propios establecimientos que la iluminación municipal existente", apunta Azucena Alvarez, de la papelería El Atril, que abrió sus puertas en noviembre del pasado año.

Fidela Fragoso, que regenta la tienda de arreglos de costura Fide desde 206, conoce bien las carencias de la vía. "Lo peor es que no se puede aparcar. La gente no puede venir en coche a comprar y eso limita bastante la clientela. Alguna vez me entran clientes metiéndome prisa porque tienen el coche en zona de carga y descarga", confiesa.

Así, Roso de Luna vuelve, poco a poco, a ser la que no hace tantos años fue. Una vía predominantemente comercial, con tiendas distintas a las habituales enmarcadas en una calle peatonal, que limita la llegada de vehículos pero potencia los clientes potenciales, que sin buscar entrar en ninguna tienda pueden verse cautivados por alguna al pasar.