El número de licencias empresariales crece en Cáceres, y lo hace de la mano de emprendedores que deciden tomar el camino más complejo y arriesgado: abrir un negocio propio. Emiliano Pozo, de 23 años, ha apostado al más difícil todavía con la apertura de un bar en la plaza Mayor. Es decir, además de atreverse como empresario, lo hace en uno de los sectores más inestables del momento: la hostelería enfocada a la movida.

Respaldado por su familia, a principios de agosto cogió el traspaso del bar Tolkien, situado bajo los soportales, y se embarcó "en una maraña de trámites y requisitos bastante complicada, sobre todo porque no conoces el terreno que pisas: seguridad social, alta como autónomo, hojas de reclamaciones, calendarios laborales, horarios, terraza, licencias...". Después llegaron los proveedores, "los primeros cálculos, cómo servir la bebida, qué poner de pincho... Al menos nos acompañó la suerte y todo fue bien", explica tras la barra.

Emiliano ha trabajado en otros sectores y ahora tiene claro que le gusta depender de sí mismo. El ánimo no le falta. "La plaza no vive su mejor momento, pero los jóvenes están dispersos y tendrán que orientar sus hábitos. Confío en el bar: no hace el frío del botellón y no se cobra entrada". Por ahora la suerte le sonríe.