Musa y mito de la movida cacereña de los años 80, conserva intacta su inocencia, su ternura y su misterio. Dulce, sensible, ocurrente y enigmática, ha dejado Madrid por unos días para reencontrarse con su pasado. No es la chica de ayer, pero sigue siendo la bella Rita.

--Hoy he cumplido mi sueño...

--¿Usted? (pregunta extrañada).

--Entrevistar al mito de la movida cacereña...

--¡Aaaaahhh! (risas). Pues, mire, esta entrevista puede ser muy sorprendente.

--Veinte años después el Rita ya no es el Rita y Rita se marchó a Madrid a vivir otros mundos, cuando irse a Madrid... ¡era algo tan moderno!

--Y necesario para Rita, para completarme como persona, ponerme retos, dificultades, para perfeccionarme. Realmente en muy poco tiempo nada es lo que era y me da pena porque creo que va más allá de un cambio generacional sino que tiene que ver con el euro o con la política. El Rita era un sitio no solo para Cáceres, sino para Barcelona o para Madrid, un sitio espectacular, como decoración y como personajes, como gente que lo frecuentaba, como noches que se daban allí. Era un ambiente único.

--Y Cáceres era entonces dorado y más espléndido porque se daba por entero...

--Efectivamente. Sobre todo se daba por entero sin miedo. Creo que las personas éramos muy majas, muy buenas, no había miedo a darse, nos entendíamos los unos a los otros y nos aceptábamos. Y eso permitía que cada uno se expresara totalmente tal cual era.

--Y Cáceres entonces cantaba a Nacha Pop: Me asomo a la ventana eres la chica de ayer, jugando con las flores en mi jardín...

--Sííí. ¡Uy!. Nacha Pop, y los Toreros Muertos y Alaska, y La Frontera... No soy la chica de ayer y me alegro, me alegro de ser mayor y en muchas cosas creo que mejor.

--Han pasado los años pero la miro y la veo tan bella como el primer día...

--Bueno, tengo varios secretos (ríe a carcajadas). Tengo en cuenta que el tiempo pasa y se lo lleva todo por delante, por eso me cuido.

--Como aquella modelo, alta y despampanante, que caminaba elegante por la pasarela con trajes de Carmina Ollero y que a todos nos cautivó...

--(Sonríe con ternura). Sí. La experiencia de ser modelo fue difícil, sobre todo para mí, que no tengo alma de modelo. Tuve que aprender a posar, a andar, era muy... la gente sabe como yo era, y realmente me costó.

--Como aquella chica que salió en televisión --cuando en televisión no salía cualquiera-- siendo imagen de Puros Partagás...

--No solo no salía cualquiera en televisión sino que además era un mundo mucho más selectivo, mucho más cuidado y mucho mejor pagado. Fue el primer casting al que me presenté y me eligieron entre muchísimas chicas. La verdad es que eso me marcó y me dio mucho ánimo.

--Porque usted, Rita, siempre ha sido un poco Rita Hayworth...

--Me parece un personaje entrañable, un mito con mucho de sentimiento dentro, algo más que una cara.

--Y también un poco Marilyn, rubia, miope, inocente...

--(Lanza otra tierna sonrisa). Soy un poco inocente, un poco ingenua y muchas veces inconsciente en la imagen que proyecto a la gente. O sea, no es algo fingido o algo posado, es algo inherente en mí y que tiene que ver con eso, con esa ingenuidad, que también se paga cara.

--Divertida, perdida , muy enamoradiza...

--Sí. Me enamoro de cualquiera porque me enamora el ser humano. Me gusta sacar la parte divertida de las cosas, se me da bien el humor y hacer el bien a la gente. ¿Perdida? Cáceres te lo pone a huevo (carcajadas) porque aquí es muy fácil salir a la calle y dejarte llevar y encontrarte con cualquier aventura.

--Practica el reinkig y la quiromancia... Es tan mística, tan misteriosa, tan estrambótica...

--Pues es una mezcla, un cóctel molotov (carcajadas). Me gustan el reinking y la quiromancia y mi vida está impregnada de esencia mística, para mí Dios es todo, pero todo todo. Acabo resultando misteriosa de tan extrovertida, creo que debería ser aún un poco más misteriosa.

--Y es compasiva y misericordiosa...

--(Más risas). Me gustan mucho los perritos, me gustan mucho los niños, admiro mucho a las personas mayores, y no creo en el ser malo.

--O sea, una mujer metida en una vida surrealista de principio a fin...

--Tengo que arreglarlo, en eso estoy ¡tengo que hacer algo! (carcajadas). Pienso que ya no me puedo permitir ese lujo y me gustaría ser más realista.

--Rita, ¿cómo es la vida sin él?

--Por un lado mucho mejor, porque me encanta ser libre y así me siento libre y nada me sujeta. No me gusta que me abduzcan porque estar enamorada es para mí una abducción. Pero, por otro lado, reconozco que está ese romanticismo que también me pierde. Me gusta contar con una figura masculina en mi vida.

--¿Cómo se sobrevive sin sentir sus caricias?

--Pues sintiéndote acariciar por el aire, por el sol, por las personas que te quieren, por seres que hay a tu alrededor. Cuesta vivir sin amor porque el amor, y el sexo sobre todo, es fisiología, algo necesario para la vida, como comer. Pero me gusta mucho la vida, y la vida me acaricia.

--¿Cómo se siente sintiendo que pasa la vida, que pasan los años?

--Pues muy triunfal porque siento que he triunfado.

--Y para terminar, ¿qué me dedicaría?

--Un beso y una sonrisa.