Uno, ya mayor para los trajines de trincheras y barricadas, abandonó hace tiempo la militancia cultural de primera línea al darse cuenta que, aquello de que la cultura era lo mejor del género humano, chocaba con que es un artículo para consumo de quienes se creen lo mejor del género humano. Y es que la cultura --aquello que creíamos función vital-- nos la han convertido en artículo para ser utilizada, saqueada, podada, vilipendiada y hasta ignorada si chocara con razones de más alta estima.

La Casa Grande --qué gran nombre para la cultura-- cabe que se convierta en albergue de lujerío donde ricos y famosas intercambiarían secretitos de alcoba para mayor glam de nuestra postergada Cáceres. Y es por lo que, quizás, ante el enorme sarcasmo que supondría para el histórico edificio, convirtiéndolo en lugar de esparcimiento para adinerados y reputadas, nuestra universidad ha decidido requerirla para la cultura. Uno, aunque ya cascado en las refriegas y suspicaz ante las sospechas de que pronto comenzará el rumor de maletines, les da la razón y hasta les apoya ¡panda de tenaces románticos!

*Pintor.