¡Qué dura es la vida de los políticos! Lo que para el pueblo es diversión para ellos es trabajo. Lo que para el común de los mortales es devoción para ellos es obligación. Es lo que sucede con las romerías. Vas a los Mártires, san Blas y las Candelas, y cambian las imágenes de santos en procesión, cambian los sabores de las roscas, cambian los asistentes, excepto algunos fanáticos entre los que me cuento.

Hasta los curas cambian pues ya se sabe que los curas no asisten a procesiones y romerías a no ser que las organicen y presidan ellos. Lo único que no cambian son los políticos. Es natural que asista Saponi, pues si no asiste el presidente de la asociación de los CATOVI (Cacereños de toda la vida) a ver quién coño va a ir. Pero si Saponi acude, alguien toca el cornetín y sus concejales se ven obligados a acompañarle. Y si van los populares no pueden faltar los socialistas, de manera que Carmen Heras también toca el cornetín. Y allí están, separados, pero por los mismos lugares: la misa si es menester, la procesión, el grupo folclórico y el paseo para dejarse ver. Y a comprar unas roscas. Incluso un cordón para la garganta.

Como los políticos se rigen por criterios que el pueblo no entiende deben pensar que el personal tomará nota de estas asistencias y las tendrá en cuenta para votar. Creo que para unos será una alegría verlos y para otros motivo de crítica. "Menos romerías y mas soluciones a los aparcamientos", dirá alguno. "No sé qué pinta aquí la Heras que no es CATOVI", pensarán otros. De manera que harían bien en ponerse de acuerdo y no asistir, al menos en pandilla. Que vaya el que iría aunque no fuera concejal. O sea, tres.